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En conteo regresivo

El largo plazo no da espera: el país tiene serios problemas macroeconómicos ocultos tras el elevado precio del petróleo, y hay que actuar como ciudad región.

20 de noviembre de 2018 Por: Gustavo Moreno Montalvo

Ya se ha dicho: en un año habrá nuevo alcalde.

Preocupa que, pese a sus buenos deseos y largas jornadas, Maurice Armitage no deje claras perspectivas para Emcali, entidad a cargo de servicios públicos esenciales, ni para Metrocali, a cargo del transporte masivo. Se reconocen avances en educación básica, que deberán ser robustecidos por la siguiente administración, y en seguridad, asunto crítico, pues la tasa de homicidios de Cali es el doble de la nacional, y para cuya atención el Alcalde trajo a un experto.

Más allá, la ciudad necesita revisar su ordenamiento institucional, prescindir de la mala práctica de los contratos de servicios personales para reciprocar a concejales y otros personajes, repensar sus procesos y estructura con motivo de la calificación como Distrito, y definir perspectivas claras para el desarrollo social y económico de largo plazo.

Emcali y Metrocali no tienen juntas directivas efectivas: el Alcalde nombra a los gerentes en forma directa. Eso facilita que las juntas puedan ser convidados de piedra.

Preocupa el deterioro financiero de Emcali; no se ha divulgado el estudio de la Universidad del Valle, pero sí se ha hecho evidente la ilusión de la autoridad municipal de enderezar la empresa con la colaboración del sindicato de base como vehículo de transformación, en vez de construir una organización sólida, con directivos responsables, organización plana, medición por resultados y remuneración atada a incrementos de productividad.

Esta empresa no podrá distribuir utilidades al Municipio mientras no reduzca en forma sustantiva las pérdidas en energía y agua potable no contabilizada a niveles muy inferiores a los actuales. Esa tarea requiere gestión efectiva y recursos para inversión.

Aunque parezca insólito, Emcali, pese a ser monopolio, podría entrar en cesación de pagos en tres o cuatro años si no se producen cambios drásticos, aún pendientes.

En Metrocali hay que simplificar el esquema contractual y mejorar en forma sustantiva la programación y el control de operación para mejorar la calidad del servicio. La ciencia del asunto ya está inventada; requiere revivir el uso de la vía férrea como tren ligero y replantear el esquema de rutas, como recomendaban los estudios técnicos que el gobierno nacional desestimó en su momento.

La decisión de reducir el número de contratistas, de once a ocho mil, resultará en tres mil más que los heredados de Rodrigo Guerrero, que quizá eran demasiados. Además la estructura organizacional actual del Municipio, con más de treinta personas subordinadas al Alcalde en forma directa, es inmanejable.

La calidad de Distrito Especial conlleva una capa administrativa adicional y la asignación automática de 10 % de los ingresos corrientes a las localidades, por lo cual la sostenibilidad financiera de Cali como entidad territorial será más apretada. Ese efecto solo se puede contrarrestar con más eficiencia en todos los procesos.

El largo plazo no da espera: el país tiene serios problemas macroeconómicos ocultos tras el elevado precio del petróleo, y hay que actuar como ciudad región, con propósitos articulados entre lo público y lo privado.

¿Seremos capaces de ejecutar nuestra tarea?