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El peligro de las Farc

Algunos contradictores del Gobierno sostienen que las Farc van a ganar las elecciones en 2018 con el respaldo de su cuantioso patrimonio y, como consecuencia, el país se volverá afín a Venezuela y Cuba.

30 de julio de 2017 Por: Gustavo Moreno Montalvo

Algunos contradictores del Gobierno sostienen que las Farc van a ganar las elecciones en 2018 con el respaldo de su cuantioso patrimonio y, como consecuencia, el país se volverá afín a Venezuela y Cuba. Sin embargo, olvidan que Colombia es hoy país urbano y alfabeta, con interés en asuntos diferentes de los que pregonan los directivos de las Farc, cuyo discurso supone un país similar al de hace medio siglo, cuando comenzaron su tránsito de guerrilla comunista a actor en la guerra de la coca.

Los Acuerdos son generosos, pero permitieron lograr la desmovilización. El Estado debe ahora ocupar el territorio que las Farc dejaron en la periferia de Colombia, donde campean el cultivo y procesamiento de coca bajo los lineamientos de los carteles mexicanos. Los Acuerdos requieren ajustar la política agraria, tarea que la Misión Rural estimó en diez billones de pesos anuales, llevar servicios de seguridad, justicia, educación, y salud a la periferia, proveer infraestructura, lo cual no se limita a construir o arreglar vías terciarias, pagar el proceso para esclarecer, juzgar y reparar, y asumir contingencias por perjuicios a víctimas de las Farc, asunto que algún analista tasó en 43 billones de pesos. Sin embargo, si la tarea se hace la negociación, vaga y verbosa, se habrá justificado.

El verdadero peligro es que la discusión de 2018 siga centrada en los Acuerdos de La Habana, y no se oriente a entender los grandes retos que enfrentamos: es preciso diseñar procesos públicos apropiados ante la evidente fragilidad de lo existente; hay que enderezar la Justicia, ineficiente y politizada; urge establecer reglas para tener verdaderos partidos políticos. Sobre todo, hay que descentralizar la educación, involucrar en la tarea pedagógica a las familias, y evaluar el desempeño de los docentes para mejorar la remuneración de los buenos y separar del cargo a quienes no cumplan con estándares razonables. Se requiere construir un Estado con efecto positivo sobre la distribución del ingreso y la creación de riqueza.

Hay oportunidad de aprovechar las fortalezas del país pero el Gobierno y los voceros del Centro Democrático prefieren discutir los acuerdos. El Gobierno improvisa pero logra aprobación en el Congreso cuando la requiere, a punta de mermelada, y trata de usar el Fast-track para perjudicar las perspectivas electorales de sus adversarios, en vez de usarlo en lo pertinente y hacer mejor la tarea de ejercer de manera efectiva el monopolio del poder coercitivo en todo el territorio nacional. Como sólo queda un año, debería aprovechar su conocimiento sobre la realidad nacional y presentar un plan racional para cambiar el país. Es improbable que el Presidente logre opinión favorable antes de terminar su mandato, pues su nivel de aprobación está muy abajo, a menos que deje como legado propuesta imbatible para encontrar el camino a la prosperidad. El mayor peligro es que la discusión sobre las Farc lo lleve a dedicarse a defender el Premio Nobel. Sería un esfuerzo costoso, cuando hay otras prioridades. Los directivos de las Farc no son buenas personas, pero eso no debe ser el foco de la deliberación pública. ¿Se usará bien el tiempo escaso?