Titulares

“Le vamos a resolver la vida a todos los venezolanos que se vengan a Colombia” (La W, 08/08/17). Lo primero: descubrió el Gobierno que Maduro era un tirano con la misma astucia que exhibió Chamberlain cuando trajo la paz bajo el brazo, después de dar por cierta la pantomima de Hitler. Lo segundo: estamos firmes con los sufridos venezolanos, pero las palabras de la Canciller son más pirotecnia que realidad. A menos que sea ella ministra de un país rebosante de recursos y no de esta Colombia con cinturón apretado.

“Los esmeralderos extraditables” (Semana, 11/08/17). Asegura la publicación que “fiscales, jueces y periodistas que los ayudaron seguirían en la lista”. Más de un periodista corrupto debe estar comiéndose las uñas. A pedir cita con la manicurista.

“Tranquilo, la ‘ruptura’ de Disney con Netflix no afectará a Colombia” (El Tiempo, 09/08/17). ¡Claro que sí! Cosa diferente es que los efectos se sentirán a largo plazo. De todas maneras, ese no es el meollo del asunto. Lo clave es que el Netflix que vemos en Latinoamérica (Colombia), está repleto de títulos viejos y, aparte del material producido con dineros de la empresa, estrena pocos títulos. La rotación de películas y series es lenta, y tiene un nada efectivo servicio al cliente. Con o sin Disney, es mucho lo que Netflix debe mejorar en Colombia para afectar menos y entretener más.

“Roberto Gerlein: ‘Tengo muchísimos amigos gais’” (El Espectador, 03/08/17). El periodista Joseph Casañas encendió una tea y se internó en la caverna para entrevistar al sempiterno congresista. Allá se enteró de que Gerlein, baluarte de todo lo que en política y sociedad huele a rancio, tiene amigos gais, amigos ateos y, ¡aleluya!, frugales amigos parlamentarios: “No creo que nadie se haga rico como congresista”. Sería una descortesía afirmar que todo lo que dice Gerlein es pura y física ñola, así que diremos, en aras de comulgar con su manera de ver el mundo, que Casañas debió llevar bota pantanera para moverse en medio de tantas declaraciones excrementales.

“Petro toma distancia de Maduro” (Kienyke, 09/08/17). Tan grave el desastre de la revolución bolivariana, que hasta Petro, rebelde al que poco le ha importado lo que digan de él, ha marcado tímidas distancias con un proyecto que alabó por años. Nadie le va a pedir explicaciones: se sabe que en tiempos de campaña hay que acomodar argumentos. Petro, a fin de cuentas, es político. Y eso lo dice todo. Como ya se han visto vídeos del entonces candidato Hugo Chávez prometiendo respeto a la empresa privada y a la libertad de expresión, la gente entiende perfectamente en qué anda el exalcalde: la patraña encuentra acomodo en la combinación de todas las formas de lucha. “París bien vale una misa”; una revolución bien vale un puñado de mentiras en campaña.

“Nuevo ‘ranking’ de las mejores EPS de Colombia” (Pulzo, 09/08/17). ¿Las mejores o las menos peores? Pulzo, bien; no así el pulso de los sufridos pacientes colombianos.

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Ultimátum. Sin poder evitar que muchos en redes lo confundieran con Salud Hernández, Saúl Hernández dijo esta semana en su columna que “cuando los comunistas llegan al poder, hacen lo que sea para no soltarlo jamás”. Tan terrible atornillarse al poder en la derecha como en la izquierda, pero, a pesar de la ebullición en Twitter, le asiste la razón a Hernández. ¡Salud, Saúl!

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