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Si eres rico, tienes con qué pagar. Si eres pobre, paga que te devuelven. Si eres parte de la clase media, te jodiste.

11 de noviembre de 2018 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Ordeño de taxistas. Siéntese con un taxista a que le cuente cuánto se gana en un día y cuánto le queda. El calvario que es conseguir el producido, el descuento que le aplican las exitosas plataformas virtuales por carrera, el gasto de lavar y mantener el vehículo, el pago a vampíricas empresas por el uso de radioteléfono. Y ahora los genios de Sayco-Acinpro pretenden cobrarles por oír música en el radio. Para decirlo en términos viales, un abierto ‘atropello’ promovido por entidades desprestigiadas y cuestionadas. Digámoslo de frente: nadie confía en Sayco-Acinpro y sus ejecutivos. Sacúdalos usted patas arriba y caerán no pocas monedas.

Cadenas mortales. WhatsApp pasó de ser un sistema de mensajes relativamente privado, de teléfono a teléfono, a un variopinto carnaval de basura: boletines de prensa, mensajes religiosos, atentados contra la honra, obscenidades, links con trinos insulsos, campañas publicitarias y hasta expendio de drogas son su menú principal. El más reciente capítulo: repartir teas a los lelos habitantes de la aldea virtual para quemar al moderno Prometeo. ¿Modernidad es leer un mensaje que llega al celular y correr a linchar a un ser humano? Prefiero las cavernas.

Financiamiento oprobioso. Por primera vez entendemos una reforma tributaria que es clara a pesar del eufemismo con que se lleva al legislativo. Si eres rico, tienes con qué pagar. Si eres pobre, paga que te devuelven. Si eres parte de la clase media, te jodiste. Los que no pagan seguirán relajados y los que pagan, pagarán más. A las empresas que financiaron la campaña se les cumplió. De resto, IVA para todo y renta tan apretada como la horca que otrora les pusieron en el cuello a los municipios con los ‘Bonos Carrasquilla’. Regalo de Navidad del presidente Duque, el mismo que prometía lo que todos han prometido.
El mismo que presenta proyectos lesivos para los colombianos justificándose en que la responsabilidad es del Congreso.

Violenta protesta pacífica. A pesar de las molestias que causan a la ciudadanía, que debe experimentar en carne propia los malestares de la movilidad al salir del trabajo, los estudiantes tienen derecho constitucional a la protesta y a la marcha. Pero en la medida en que protestar se traduzca en violencia y en desmanes, perderán la simpatía de la ciudadanía. Caso aparte los episodios que comprometen a RCN Radio: tres ataques seguidos, el último con aparatos explosivos y heridas a policías, ya no son un caso aislado producto de vándalos de ocasión. La comunidad estudiantil está en mora de promover un acto de desagravio público en satisfacción de los empleados de una casa donde siempre se han atendido sus reclamos. ¿De qué sirve la educación sin educación?

Cinismo corporativo. Con unas migajas, Odebrecht pretende
embolsillarse a los organismos de control y barrer debajo del tapete los daños morales que le ha hecho al país con su cadena de corrupción. Contraloría y Procuraduría están sintonizadas en que la reparación económica es insignificante (ofrecen poco más de 33 millones de dólares; pagaron más de 2.500 en Estados Unidos), máxime cuando vendrán pronto más resultados de las investigaciones y comprometerán a altos funcionarios de pasadas administraciones. Las cloacas no se han cerrado.

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Ultimátum. El peso de las carpetas de las interceptaciones presentadas fogosamente por Néstor Humberto Martínez está asfixiando a la Fiscalía. Si eran tan ciertas, ¿por qué hoy son tan falsas?

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