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Furiosamente calmado

Cuando uno es hincha furiosamente calmado, disfruta el fútbol de la Selección...

20 de noviembre de 2016 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Cuando uno es hincha furiosamente calmado, disfruta el fútbol de la Selección Colombia, sea cual sea el resultado. Pero jamás se puede escapar a la humana debilidad de reclamar goles. La combinación es elemental: fútbol y gol.De lo primero nunca terminamos de hablar. De lo segundo, nada conseguimos. Y la dirigencia, muda e inerte. Hace tiempo debió repensarse la permanencia del profesor Pékerman como director técnico, pues su único logro ha sido revivir a Argentina y a Chile, y dejar entrever que ocurra otro tanto con Venezuela y Bolivia. Hay que aprender a rotar los cargos cuando el titular pierde efectividad.

¿Qué espera este buen señor para marcharse con relativa dignidad y con su futuro económico asegurado? Y si él no toma esa inaplazable iniciativa, hay que ayudarle en el empeño, como se hace en Brasil cada vez que un entrenador resulta fallido. ¿Quizás lo puedan suceder Jorge Luis Pinto o Reinaldo Rueda? ¿Por qué no? Anotando, eso sí, que es un imposible técnico y moral pensar en el ‘Chiqui’ García o el ‘Bolillo’ Gómez.

Los técnicos extranjeros son valiosos, pero así como se exige ir al exterior con jugadores de aquí, para que florezcan nuestras estrellas y tengan roce, lo propio debería exigirse de quienes los dirigen. Dada la temperatura de las cosas, valdría la pena dejar tranquilos, en el exterior, a Bacca (mejorando su italiano), a Falcao (perfeccionando su aristocrático porte) y a James (puliendo su regularidad y persistencia, pues dos o tres jugadas esporádicas no le justifican la capitanía). Privémonos de tanta gloria cansada y de que nos hagan el favor y el honor de visitarnos esporádicamente. Las estrellas de verdad brillan en cualquier latitud.

Mejor contar, formar, apoyar y dar oportunidades a los que viven en Colombia y con los cuales hay continuidad, afán de superación y constancia en el entrenamiento.

Dejemos tanta grandeza de oropel para que alcancemos definitivamente la verdadera nombradía y renovación de las escuadras que nos representan en el mundo.Imposible que para atajar u obstaculizar a Messi, Suárez o Vidal solo haya el recurso de la falta en zona próxima al área privilegiada y, por seguro, el gol de los primeros minutos, con el cual nos entierran el resto del tiempo de juego. No más el engaño de falta de compromiso y resultados para abrir la contratación en el extranjero.

La consigna debe quedar clara: o rinden y responden, o se van con su fama y superegos a otra parte. Los queremos. Los queremos siendo efectivos y marcando goles. La dirigencia está en saldo rojo con la fanaticada y debe superarse o partir también. El apetito de gol, contraofensiva y control del juego hay que restaurarlo para que dejemos de flotar en el éter.

Y un último servicio: favor poner en la camiseta, como se hace en todo el mundo, el nombre del tronco que la viste. Remato diciendo que no pretendo ofender a nadie con esta columna. Busco únicamente que quienes tienen responsabilidades en la cancha con nosotros, se las tomen muy a pecho y hagan lo único que de ellos exigimos: jugar. Jueguen por el país, ¡pero no jueguen con el país!***Ultimátum.

El futuro de la reserva Thomas van der Hammen, en Bogotá, la capital de todos, debe definirse con análisis juiciosos y ponderados, sin intereses urbanísticos ocultos y lejos de fanatismos ecológicos. Y ojalá cerrando espacios a un grupúsculo de politiqueros en campaña, que disimulan en la supuesta defensa de la comunidad sus propios apetitos electorales. Político ecólogo opositor es una figura que solo existe en el plano de las ideas.