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Frases fatales

Palabras que no vale la pena hilar en una oración y parirla en público, so pena de que conviertan a quien las esgrime en ‘tendencia’, uno de los fenómenos más temidos en la actualidad:

17 de febrero de 2019 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Palabras que no vale la pena hilar en una oración y parirla en público, so pena de que conviertan a quien las esgrime en ‘tendencia’, uno de los fenómenos más temidos en la actualidad:

“Le doy la palabra, presidente Uribe”. Los periodistas, sobre todo los radiales, conocen las vehementes reacciones que se desatan entre la audiencia cuando entrevistan a un expresidente y lo llaman presidente. La razón: después de la envidia, el tejo, la viveza y el fútbol, el deporte nacional es odiar a los expresidentes. Máxime si el personaje en cuestión es responsable de haber llevado al Palacio de Nariño a quienes han regido los destinos de este país durante más de tres lustros. Aunque no hay mención expresa en el Diccionario de la Lengua Española, la Academia Dominicana, como sucede en otros escenarios, acepta que prescindir del ‘ex’ resulta “válido como muestra de cortesía y respeto”. Todos podemos aborrecer a los expresidentes, pero quienes no lo sientan así (como es el caso de Iván Duque), eludirán el prefijo, pero no podrán esquivar con igual fortuna la furia de la galería.

“A la dictadura de Venezuela le quedan muy pocas horas”. Soportas todas las noches terribles peleas en el apartamento de al lado y comienzas a oír voces de inconformidad de uno de los cónyuges, al parecer decidido a dejar a su pareja. Comentas públicamente con otros propietarios que al matrimonio del 505 le quedan horas o días, y ellos se enteran. Te expones a soportar muchos meses la mala cara de tus vecinos en el ascensor. Molestos, podrían pincharte las llantas del carro o envenenarte el gato. Ponerle plazos a lo que no depende de ti, termina convirtiéndose en la mejor manera de apretar la soga que te has puesto al cuello.

“En Colombia no se hará fracking”. Los potentes chorros de agua que caracterizan a la fractura hidráulica desintegran rocas milenarias, así como piedras o mármoles con inscripciones de tarifas tributarias. La industria de la extracción petrolera asegura que se trata de una técnica muy segura y que, si se presentan casos de contaminación de aguas, se debe al irrespeto de protocolos o a malas prácticas. Mentir en campaña electoral es una mala práctica, pero poco se logra tirándole piedra a quien la exhibe sin sonrojarse.

“Nunca jamás en este país a un hombre se le ha cuestionado por si tiene el cuello de la camisa torcido o si las corbatas no hacen juego con la camisa”. Error de la vicepresidente. En julio de 2005, Uribe se presentó ante el rey Juan Carlos de España usando un fatídico frac (¿fracking?) del diseñador Ricardo Pava, cuya chaquetilla era inversamente proporcional a la popularidad que en ese entonces tenía el Presidente. Como le sucedió a la primera dama en Estados Unidos, Uribe fue víctima de inclementes burlas que se mantienen hasta hoy. El episodio del célebre frac, tan estrecho como la moral de ciertos congresistas, lo recuerda cualquiera sin necesidad de haber ocupado la cartera de Defensa en un gobierno de Uribe.

“Que no vaya a salir de Colombia, pero claro que sí, yo voy a aspirar”. Elemental, mi querido Watson, que ni Sherlock Holmes dijo alguna vez esa frase en las novelas de Conan Doyle, ni Carlos Holmes puede pensar que semejante eyaculación precoz lo llevará al orgasmo presidencial sin escalas en el escarnio público. La Cancillería es el ministerio de la prudencia, y quien lo ejerce debería dar muestras de saber aguantarse los gusticos.

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Ultimátum.
Modesto es como definen los Moreno Rojas su patrimonio, sin ponerse rojos los Rojas con tamaña mentira.

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