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La lucha contra la corrupción está de moda. La sola frase lo desconsuela a uno. No hay candidato en campaña que no la proponga y brota de la boca de todo funcionario.

26 de enero de 2020 Por: Gustavo Gómez Córdoba

La lucha contra la corrupción está de moda. La sola frase lo desconsuela a uno. No hay candidato en campaña que no la proponga y brota de la boca de todo funcionario, porque la corrupción es un enemigo al que se le da batalla sin tregua. Una escalera al cielo se haría con las iniciativas legales que hemos parido en las últimas décadas en tal sentido. Y ni se diga del abanico de columnistas que han enumerado las que han germinado en la mente prolífica de nuestros congresistas. Legisladores que son tan eficientes para proponer leyes anticorrupción como para echar mano de los dineros públicos.

Es una lástima que sea la lucha contra la corrupción la que esté de moda. La que debería estar de moda es la honradez. Si así fuera, podría uno citar a doña Gloria Valencia de Castaño, cuando, al hablar de las creaciones de Enka, popularizó aquello de “adelante con la moda”. O quizás no, porque las susceptibilidades propias de la modernidad indican que citar a doña Gloria equivale a descargar lacerantes dosis de sexismo. La moda, pensada como pilar de una industria (¡Pilar Castaño!), es algo serio, para hombres y mujeres. Pero, con ánimo de no molestar, diremos que la honradez no debería ser moda, sino imperativo social.

La página de internet US News, dedicada a singulares mediciones sobre la deshonestidad pública, nos graduó hace unos días como el país más corrupto del mundo. Al menos esa fue la idea que nos quedó a todos dando vueltas en la cabeza, porque lo que realmente dijo la página es que, al pedirles a 20 mil expertos y empresarios que mencionaran el nombre de un país que relacionaran con corrupción, una inmensa mayoría respondió ‘Colombia’. Recompongamos la idea: somos el país que más se percibe como corrupto. Los métodos y parámetros de la página siguen siendo un misterio.

Súmesele al agrio señalamiento los resultados del más reciente Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional. Sus conclusiones: Colombia figura en el apartado de países donde están estancados los esfuerzos anticorrupción: ocupamos la casilla 96 entre 180 países evaluados. Que Colombia (no confundir con Polombia) se escriba con ‘c’ de corrupción, es una idea desagradable, y son comprensibles las numerosas reacciones de los generadores de opinión.

El exfiscal Alfonso Gómez Méndez asegura que dicho señalamiento es “un auténtico lugar común que no consulta la realidad (…) Colombia tiene todo un arsenal jurídico para sancionar los actos corruptos. Solo falta un sistema judicial eficiente que aplique la legislación”. Suma su voz Alejandra Carvajal, columnista de Dinero: “Afirmar que Colombia es el país más corrupto del mundo es irresponsable. A pesar de tener altos niveles de corrupción, no llegamos aún a los de Venezuela, Siria, Somalia o Yemen”.

Tranquilicémonos. No somos el país más corrupto del mundo. Somos apenas una nación inmensamente corrupta. Y no creamos en análisis foráneos. Salgamos a caminar por nuestras ciudades y municipios; comprobemos de primera mano que la corrupción está por todas partes. ¡Pero no es la más grande del mundo! Y a esperar el siguiente estudio para desarmarlo con fuertes dosis de optimismo, ese efectivo abono de la corrupción.

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Ultimátum.
La exguerrillera (made in the Netherlands) Tanja Nijmeijer deja el partido de las Farc, decepcionada porque ya no asesinan, ni secuestran, ni extorsionan, ni narcotrafican.

Sigue en Twitter @gusgomez1701