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Víctima de su propio invento

Entre los analistas había quejas por lo soporífera que era la...

17 de mayo de 2014 Por: Gustavo Duncan

Entre los analistas había quejas por lo soporífera que era la actual campaña. Se daba por sentado el triunfo del Presidente Santos por las falencias de sus contrincantes. Pero hace una semana todo cambió. No solo se creció el candidato del uribismo, el menos carismático de todos, sino que el debate está tan repleto de pugnacidad que la revista Semana llamó al fin de la guerra sucia.Lo más irónico es que Santos es hoy víctima de una fórmula que utilizó constantemente en su carrera. Como eran tan pobres sus habilidades para hacer la política corriente, aquella que consiste en ganarse voto a voto en una campaña la preferencia del electorado, Santos apelaba a noticias tremendistas para elevar su perfil como presidenciable.Para la muestra un botón. Cuando Uribe era presidente y Santos era cercano a él acusó a Rafael Pardo de conspirar con las Farc para a partir de un proceso de paz tumbar el gobierno. Tan falsa y tendenciosa era la acusación que Vargas Lleras, quien se encontraba junto a Santos cuando dio la noticia, sostuvo que no tenía ninguna información al respecto y que no la creía posible. Luego en la campaña presidencial de 2010 Santos pidió excusas públicas a Pardo por semejantes acusaciones. Entonces no era necesario calumniar a nadie para ser presidente.Tan cínico fue Santos con la guerra sucia que él en cambio sí conspiró con la guerrilla, y de paso con los paramilitares de Castaño y Carranza, para en su momento tumbar a Samper. Cuando le preguntaron sobre este episodio a raíz de su posición fuerte contra un proceso de paz en la campaña de 2010 respondió olímpicamente que solo los imbéciles no cambiaban.Hoy el invento se le devuelve a Santos. Con base en una información bastante confusa Uribe logró levantar sospechas de una financiación por narcos de la campaña de 2010. Si bien hay fuertes indicios que los acercamientos con los narcos existieron y que en el camino se entregaron US$12 millones, todavía no hay pruebas suficientes para de allí sostener que este dinero se utilizó en la campaña. Al no entregar las pruebas que dice tener a la Fiscalía, y al ni siquiera filtrar algo a la prensa, el sabor que queda es el de la magnificación de un escándalo.Peor aún, sobre Zuluaga, el candidato de Uribe, pesan sospechas bastante sólidas del uso de un hacker para sabotear el proceso de paz. Una prueba que el uso de la guerra sucia es parte central de su estrategia electoral. Sin embargo, la lectura de los cambios en las encuestas no puede reducirse a una caída de Santos por sospechas de narcofinanciación, es decir el efecto inmediato de la guerra sucia. El escándalo de los 12 millones de los Comba no es lo que más pesa.El verdadero éxito de la guerra sucia del uribismo es el de a pesar de tener la prensa en su contra lograr mostrar una imagen de Santos como un aliado de la guerrilla y como un mandatario débil dispuesto a entregar el país al castro-chavismo. Nada más falso. Santos tiene muchos defectos pero ser chavista no es uno de ellos.A Santos, por su parte, el uso de la guerra sucia en esta ocasión no le ofrece mayores perspectivas. Si quiere ser reelegido le toca despejar cualquier duda sobre sus compromisos políticos alrededor del proceso de paz. Su futuro depende de un mensaje contundente: ser partidario de una paz negociada con las Farc no equivale a ceder el país a un gobierno de izquierda radical.