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Las últimas encuestas muestran dos tendencias muy claras. La primera es que...

3 de mayo de 2014 Por: Gustavo Duncan

Las últimas encuestas muestran dos tendencias muy claras. La primera es que el presidente Santos si bien lidera los resultados parece ser presa de un estancamiento. Por más que relanza su imagen, unta de mermelada a su coalición y promociona su gestión sus márgenes de favorabilidad no crecen. Por el contrario, se reducen poco a poco tras cada medición de la opinión.Pero no todas las noticias son malas para Santos. El estancamiento de su favorabilidad no es un obstáculo para ser reelegido. De hecho todas las encuestas recientes apuntan a que el próximo presidente va a ser él. Ninguno de sus rivales alcanza a entusiasmar lo suficiente a la opinión para que se decida a apostar por una opción distinta a la reelección.La gente pareciera haberse habituado a un estado de conformismo escéptico. Sin estar muy entusiasmados con los resultados de gestión del gobierno reconocen que podría ser peor y que Santos mal que bien escoge las opciones menos riesgosas. Es como si la gente sintiera que no se avizoran mejores oportunidades disponibles.Con el proceso de paz pasa así. La opinión detesta a las Farc, preferiría una victoria militar antes que concederles un indulto y cargos políticos. Pero es consciente que la victoria en el campo de batalla es poco factible y demasiado costosa, por lo tanto apoya un proceso de paz que a pesar de causarle desagrado ve como la opción menos mala.La segunda tendencia que parece establecerse es la del despegue de Óscar Iván Zuluaga y la del hundimiento de Enrique Peñalosa. Como bien tituló La Silla Vacía: “A Santos se le crece el rival que le conviene”. La razón para que el crecimiento de Zuluaga sea una buena noticia para Santos es que éste es de todos los candidatos, a excepción de Clara López, el que más está encasillado en una franja específica de opinión.Mientras Peñalosa tiene cómo competirle a Santos por los votos de la derecha y de la izquierda, Zuluaga depende exclusivamente de los votos de la derecha. Es decir, en una eventual segunda vuelta entre Peñalosa y Santos la derecha que apoya a Zuluaga votaría por Peñalosa pero en el caso contrario, segunda vuelta entre Santos y Zuluaga, la izquierda que apoya a Peñalosa no votaría por Zuluaga. Por consiguiente, con Zuluaga como principal contendiente Santos sin ser de izquierda tiene asegurado el respaldo electoral de toda la franja de opinión antiuribista, desde los moderados hasta los comunistas radicales.Sin embargo, Santos no tiene asegurada la reelección. Existe una forma en que puede perder. Si la opinión se mueve hacia la derecha por alguna circunstancia, los votos del centro y de la izquierda podrían no ser suficientes para que Santos repita.¿Qué podría provocar este gran movimiento de la opinión hacia la derecha? Tiene nombre propio: la arrogancia de las Farc en la mesa de negociación. Aunque no es muy probable que las Farc estiren la cuerda hasta una situación sin salida, que desnude las vergüenzas del actual gobierno, los últimos acontecimientos deben tener a Santos tragando saliva. Amenazar con suspender las conversaciones si no se procede a crear una comisión de la verdad hecha a su conveniencia es una apuesta demasiado alta.Si Santos cede podría perder con Zuluaga quien terminaría el proceso de paz. Si Santos y las Farc se plantan en su posición también sería el final del proceso. Esperemos que las Farc al menos esta vez actúen con sensatez.