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La situación del narco

El último informe de la DEA sobre las amenazas del narcotráfico en...

5 de diciembre de 2015 Por: Gustavo Duncan

El último informe de la DEA sobre las amenazas del narcotráfico en ese país revela muchos datos interesantes de la situación del narcotráfico en Colombia.Si bien es cierto que los carteles mexicanos se encuentran en proceso de expansión del control del mercado mayorista aún los colombianos controlan una parte importante del negocio de la Costa Este. Nueva York, por ejemplo, sigue en manos de los colombianos. Incluso el desafío para las organizaciones colombianas no son solo los carteles mexicanos sino también organizaciones dominicanas que se han fortalecido por la presencia de numerosos inmigrantes de ese país en los Estados Unidos.Llama la atención que las organizaciones colombianas recompran la mercancía a los carteles mexicanos. Dado que alrededor del 87% de la cocaína es introducido a través de la frontera con México y que la mayoría de esa droga es colombiana, los narcotraficantes colombianos deben volver a comprarla para surtir el mercado de la Costa Este. Por lo tanto, no existe la tal disputa a sangre y fuego entre mexicanos y colombianos por el control del mercado como algunos medios y analistas han querido mostrar. La realidad es que cuando se trata del mercado final en Estados Unidos las organizaciones criminales colaboran en lo posible para reducir sus riesgos.Otro dato interesante es que el declive en el consumo de cocaína de la década anterior ha finalizado. La demanda ahora se ha estabilizado. Se ha reportado, además, un incremento de la producción de cocaína pura tanto en Colombia como en Perú. Por consiguiente, no es de esperar que las ganancias por narcotráfico que son repatriadas al país vayan a caer en el corto plazo.Una lectura simple de lo sucedido podría parecer pesimista: los narcos colombianos continúan haciendo mucho dinero con las drogas. Otra lectura, sin embargo, es mucho más optimista. Lo ocurrido muestra un proceso de domesticación de los narcotraficantes en el sentido que a pesar de permanecer activos en el negocio la violencia y la inestabilidad política que causan se ha reducido.Varias veces en esta columna se ha sostenido que el gran avance del Estado en Colombia en la guerra contra las drogas ha sido precisamente ese: la reducción de la amenaza a su institucionalidad y su legitimidad como resultado de la proliferación y las rentas de un negocio ilegal. El negocio continúa pero ahora la supremacía del Estado no está tan comprometida como lo estuvo en los 80 en la guerra contra Escobar o en los 90 cuando las Farc llevaron a cabo su mayor ofensiva y las AUC se difundieron por todo el país.En el mediano plazo dos situaciones parecieran contribuir a profundizar la capacidad que tiene el estado de someter el poder social y político que se deriva del narcotráfico. Por un lado, un eventual acuerdo con las Farc llevaría a una reducción del control por ilegales en las zonas de cultivos ilícitos. Así Bacrines y Farcrines se apoderen de lo que antes era de las Farc, su capacidad militar es mucho menor.Por otro lado, aún hay margen de reducción de los ingresos del narcotráfico como consecuencia de la expansión de los carteles mexicanos en la costa este, tal como apuntan las tendencias señaladas por el informe de la DEA. Es decir, las organizaciones criminales contarán con menores recursos para desafiar al Estado y reclamar el control de comunidades marginales y periféricas en el país.