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La derecha al 2022

La baja popularidad de Duque y la caída en la imagen favorable de Uribe han dado a muchos a pensar que las elecciones presidenciales de 2022 se van jugar entre sectores de centro e izquierda.

24 de enero de 2020 Por: Gustavo Duncan

La baja popularidad de Duque y la caída en la imagen favorable de Uribe han dado a muchos a pensar que las elecciones presidenciales de 2022 se van a jugar entre sectores de centro e izquierda. En concreto, entre moderados como Fajardo y radicales como Petro, por solo mencionar las figuras más visibles de ese lado del espectro.

Sin embargo, las dinámicas de la política son más complejas que la simple aritmética de los sondeos de popularidad de una coyuntura específica. Coaliciones inesperadas, acontecimientos de última hora, nuevas propuestas que toquen las emociones de la sociedad, etc., hacen que sea muy complicado hacer predicciones en un horizonte todavía muy lejano. En año y medio, de aquí a que comience la campaña, muchas cosas pueden pasar.

No puede entonces descartarse de plano que la derecha pueda volver a ganar las elecciones. La pregunta es con quién podría hacerlo y si necesariamente quien podría hacerlo debe provenir de las entrañas del uribismo. Las pugnas internas en el Centro Democrático demuestran al menos que al interior del partido hay enormes expectativas de reemplazar a Duque en el Palacio de Nariño. Así lo revelan las grabaciones a Pacho Santos y Claudia Blum en Washington. La lucha por tener el aval de Uribe es a codazo limpio.

Pacho Santos, Holmes Trujillo, Paloma Valencia, Marta Lucía Ramírez, Rafael Nieto y demás, saben que sus opciones como figuras públicas, por fuera del impulso de Uribe, son bastante limitadas. Pero si se pueden apalancar en él la pelea es a otro precio. O al menos, como lo demuestran los precedentes, tienen un chance real de ganar.

Ya en circunstancias adversas en el pasado, Uribe ha logrado sobreponerse en las urnas. En 2002 cuando comenzó la campaña su reconocimiento apenas llegaba al 5%, luego barrió en la primera vuelta. Más recientemente, logró ganar el plebiscito, contra un gobierno haciendo campaña con los medios del Estado, y elegir a Duque a pesar de no tener mayor pasado que lo respaldara.

El problema es que si Duque no es capaz de enderezar el rumbo, al uribismo por sí solo podría no alcanzarle. Allí podrían entrar otras figuras que tengan vuelo propio, no arrastren los aspectos negativos del uribismo y ofrezcan un proyecto menos radical y polarizador. Figuras como Alex Char y Federico Gutiérrez encarnan ese perfil.

Más allá de si su gestión fue realmente positiva o no desde una perspectiva técnica, ambos salieron de sus alcaldías con una favorabilidad por las nubes. Tienen buenas relaciones con Uribe y muchos sectores del Centro Democrático pero no le deben nada de su carrera política. Por eso pueden desmarcarse de las chuzadas, la parapolítica, el despojo de tierras, los falsos positivos y las posiciones extremistas en temas sensibles para los jóvenes como el feminismo, la homofobia, la criminalización de la dosis mínima, entre otros.

De hecho, a pesar de que necesitan un cargo nacional para proyectar su imagen en espacios más amplios al regional, han dudado en negociar con Duque algún ministerio. Al parecer no quieren contaminarse de su pobre tasa de popularidad.

La gran ironía es que a quien más le interesa que un candidato de la derecha despegue es a Petro. Sabe que sus posibilidades contra un candidato de centro-izquierda que no genere tanto rechazo en la derecha, y concentre un mayor espectro ideológico de votos, lo derrotaría a la fija en una segunda vuelta.

Sigue en Twitter @gusduncan