El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Guerrilleros en fuga

El hecho de que las Farc en la legalidad aceptaran desconocer el paradero de Iván Márquez, ‘El Paisa’ y ‘Romaña’ encierra una paradoja interesante sobre el acuerdo de la Habana

17 de agosto de 2018 Por: Gustavo Duncan

El hecho de que las Farc en la legalidad aceptaran desconocer el paradero de Iván Márquez, ‘El Paisa’ y ‘Romaña’ encierra una paradoja interesante sobre el acuerdo de la Habana. Por un lado, podría pensarse que se trató de un fracaso. La imagen de los guerrilleros en fuga simboliza el fracaso del Estado para cumplir sus compromisos y obligaciones.

Es un fracaso porque luego del proceso el Estado no es capaz de ofrecerle garantías a los mandos de la antigua guerrilla y se ven obligados a emprender la huida para evitar una cárcel en Estados Unidos. También es un fracaso porque es una demostración de la incapacidad del Estado para vigilar a los guerrilleros desmovilizados.

Simplemente, sin que el Estado hiciera mayor cosa, se evadieron de los espacios territoriales donde habían ido a parar luego del escándalo de ‘Santrich’ y los videos y grabaciones en que quedaba claro que un sector de las Farc negociaba con drogas ya después de haber firmado los acuerdos.

Pero, por otro lado, ya desde un punto de vista más pragmático, puede hacerse una lectura de éxito de los acuerdos de paz. Al margen de si el Estado captura y juzga a los fugados o no, la nueva situación es una demostración de que la desmovilización de las Farc fue un proceso sin retorno y que lo que quedó, en forma de disidencias o más bien bandas criminales, no representa una amenaza al Estado más allá de las áreas periféricas donde ejercen control territorial.

De hecho, no pareciera que ni Márquez, ni ‘El Paisa’, ni ‘Romaña’, vayan a liderar las disidencias y convertirlas en una nueva guerrilla con la motivación de derrocar el Estado central. Es difícil imaginarse a personajes como ‘Guacho’ o ‘John 40’ aceptando de nuevo las antiguas jefaturas y cediendo las jugosas rentas del narcotráfico a la causa revolucionaria. Lo que queda ahora en las selvas y montaña está fuera del alcance del ala ideológica más sectaria y radical de las Farc.

Ante esa situación de dos caras de una misma moneda, ¿qué margen de maniobra le queda al Gobierno y a la oposición de izquierda para terminar de cerrar un proceso de paz que cada vez es más incierto en su forma final pero, a la vez, más exitoso como mecanismo para acabar con la insurgencia armada?

Duque tiene la oportunidad de quedar como magnánimo ante la historia.
A los guerrilleros en fuga los puede sacrificar, incluso dar vía libre a su extradición, al tiempo que lanza un salvavidas a los mandos de las Farc que aspiran a hacer política y no tienen acusaciones de narcotráfico luego de la firma de los acuerdos. Le basta con no presionar para un tratamiento judicial más duro en la JEP y jugársela por la reinserción de las bases guerrilleras y por la sustitución de cultivos. No será fácil porque le tocará neutralizar a los sectores duros del uribismo que querrán pasarle la cuenta de cobro a los jefes de las Farc.

A la oposición de izquierda, por su parte, le toca aceptar que es imposible evitar la extradición de ‘Santrich’, y muy probablemente el llamado a la Justicia de Estados Unidos a Iván Márquez, para que el proceso fluya y se materialice. Existen temas más importantes como la reforma rural integral y el compromiso presupuestal del Estado. Con toda razón muchos sectores no entienden por qué se manifiesta tanta preocupación por la situación de Márquez y se olvida el incumplimiento a los campesinos en los acuerdos y la necesidad de aliviar su situación.