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Guerrilla de elites

La intervención de ‘Iván Márquez’ en Oslo le recordó al país que...

27 de octubre de 2012 Por: Gustavo Duncan

La intervención de ‘Iván Márquez’ en Oslo le recordó al país que la plataforma ideológica de las Farc sigue estancada en una visión de la sociedad que precede incluso a la dicotomía entre este y oeste de la guerra fría. Los viejos dogmas del leninismo que configuraron una de las corrientes ideológicas en el “corto Siglo XX” del que habló Hobsbawn, siguen siendo la base de su visión de sociedad. Así las circunstancias actuales los obliguen a aceptar otra realidad, las premisas de los jefes ‘farianos’ son las mismas: control del poder por una elite revolucionaria, estatización de la economía, gobierno de un solo partido.El efecto más evidente de esta incapacidad de renovar su ideología es el pobre potencial en una competencia electoral limpia. Tan poco promisorio se asoma su futuro electoral, que ya el discurso de Oslo dejaba entrever que la participación de las Farc va a estar sujeta al liderazgo de los movimientos sociales. Serán la Marcha Patriótica, el congreso de los pueblos y demás organizaciones de base, quienes enarbolarán la bandera de la izquierda radical en la arena democrática. Se tratará de una transformación apenas lógica del anacrónico leninismo al movimiento social de la globalización.La razón para renunciar a los viejos ideales no será como creen ‘Márquez’ y los demás jefes ‘farianos’, solamente un resultado de la imposición militar de las elites nacionales con la ayuda del imperialismo norteamericano. Fueron los mismos fracasos estructurales del dogma comunista los que llevaron a las Farc a ser incapaces de construir un sólido y amplio respaldo popular a pesar de la proverbial desigualdad de Colombia. Paradójicamente, quienes se vanagloriaban de representar los intereses del pueblo terminaron convirtiéndose en una elite peor de opresiva que sus contrapartes capitalistas. El mejor ejemplo es el régimen de Corea del Norte que acabó en una senda monarquía comunista. O Cuba, donde los burócratas se aferran a la propiedad del Estado con la misma ferocidad con que los capitalistas se aferran a la propiedad privada.Al igual que ellos, ‘Timochenko’, ‘Márquez’ y demás se convirtieron en una elite que defiende ferozmente las prerrogativas de su poder. Y así presuman de llevar una vida austera lo cierto es que como elite, están lejos de representar los intereses genuinos de la población que controlan en la frontera agraria del país. Defienden más bien, tal como quedó claro en el discurso de Oslo, el derecho a usar el poder que ejercen sobre esa población para aspirar a prerrogativas como el indulto o la participación política por decreto. Si no, ¿cómo entender que se le diga a un campesino coquero que el mercado es un asesino metafísico cuando el drama de su vida es precisamente la especialización en un oficio ilegal para poder ser incluido en el mercado? ¿Alguien en sus cabales cree que los reclamos de ‘Márquez’ son un reflejo real de las aspiraciones de la base social que sostiene el poder de la guerrilla?De allí que no sea extraño que la dirigencia de las Farc, la que negocia con las elites nacionales, esté formada no por cuadros campesinos sino por antiguos militantes urbanos del Partido Comunista, que la persecución del Estado obligó a refugiarse en la selva pero que la guerra les dio la oportunidad de convertirse en elites, así fuera de la población más marginada del país.