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Desigualdad

Colombia es un país extremadamente desigual. Es suficiente una mirada desprevenida a...

23 de agosto de 2014 Por: Gustavo Duncan

Colombia es un país extremadamente desigual. Es suficiente una mirada desprevenida a los listados de desigualdad en Wikipedia para darse cuenta que en materia de ingresos, tierras, servicios básicos y demás estadísticas sociales las brechas entre la población son enormes. No es extraño entonces que la desigualdad haya sido de las causas más citadas del conflicto. Sobre todo por la justificación y la legitimidad que concede a quienes lideran la insurgencia.Pero la realidad es mucho más compleja que eso. La desigualdad no necesariamente causa insubordinación. La mayoría del tiempo la población resiste condiciones de profunda desigualdad sin organizar siquiera pequeñas rebeliones. Las revoluciones son todavía fenómenos más extraños que ocurren cuando coinciden tantas circunstancias que más bien parece un raro alineamiento de planetas.No hay que ir a buscar otros casos de países donde existe mucha desigualdad y no hay mayor conflicto social. En la misma Colombia uno puede encontrar sociedades muy desiguales que han resistido el paso del tiempo sin mayores desencuentros, incluso muy poca violencia.Nací en Cartagena, allí no solo existía una gran desigualdad sino que estaba asociada a la cuestión racial. De seguro los negros, así no lo hayan manifestado, no debían andar muy contentos con la distribución material y simbólica de la riqueza en la ciudad, pero nunca se insubordinaron. Al menos no durante los dos últimos siglos.Argumento todo lo anterior no para legitimar o deslegitimar la insubordinación social. Mi interés apunta en otra dirección. En señalar, primero, que la desigualdad es una causa necesaria pero no suficiente para la insubordinación y que en Colombia para comprender los orígenes del conflicto es necesario indagar más hondo. Sin agentes que organizaran a la población y luego sin los recursos del narcotráfico la exclusión de amplios sectores no hubiera desembocado en un conflicto mayor.En Cartagena finalmente los adolescentes negros descargaron su frustración haciendo parte de pandillas en barrios miserables. Uno encuentra sus guerras en Youtube. Pero son peleas a navaja, piedra y algún arma de fuego hechiza, no un conflicto social. Su precariedad contrasta con las comunas de Medellín y sus guerras financiadas y dirigidas por poderosos capos. Allí lo común eran las ráfagas de los AK-47 y las explosiones de las granadas.Segundo, que el conflicto de por sí no ha sido una solución a la desigualdad. A veces ha sido lo contrario, una causa de mayor desigualdad. Por ejemplo, poco ha logrado la guerrilla para aliviar la situación de los más pobres del país. De hecho, su mayor contribución ha sido la de proteger unos colonos de la erradicación de cultivos de coca. Pero al protegerlos han contribuido a que se acumule el capital de drogas en las ciudades, aumentando la brecha entre el campo y la ciudad.El precio, además, fue la agudización de otro tipo de desigualdad. Hoy en Colombia un sector de la población recibe un aceptable servicio de seguridad mientras que para muchos otros sectores, a raíz de la guerra, la seguridad y la ley son servicios inexistentes.En consecuencia la desigualdad como causa del conflicto tiene sentido solo si se analiza junto a otras variables y situaciones donde muchas veces las trayectorias tomadas y el resultado no fueron previstos por ninguno de los actores, ni siquiera por los mejor intencionados.