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La cuarentena aparece en el horizonte ya no como una opción sino como una obligación.

20 de marzo de 2020 Por: Gustavo Duncan

La cuarentena aparece en el horizonte ya no como una opción sino como una obligación. Si desde el Gobierno colombiano no se impone una política de aislamiento de la población, de seguro habrá una pandemia, el sistema de salud colapsará y el país deberá prepararse para decenas de miles de muertes. La experiencia de Italia y de España ha demostrado hasta la saciedad que ni siquiera los hospitales de Europa tienen cómo atender la emergencia si la sociedad no se compromete con el confinamiento. Al momento de escribir esta columna los medios informan de 627 muertes en un solo día en Italia. Por eso, la emergencia del coronavirus exige de una cuarentena impuesta desde el Estado.

El problema no es represivo. No se trata que el Estado saque a las calles a la Fuerza Pública y obligue a todos los colombianos a refugiarse en su hogar. Lo complicado es la parte logística para poder administrar una cuarentena que puede extenderse, fácilmente, por varios meses y un sistema de salud muy frágil para atender una pandemia. Una cuarentena de largo plazo implica que la organización de la economía debe volcarse a producir los alimentos y bienes básicos que la sociedad necesita para vivir en aislamiento en las mejores condiciones posibles que le permita, a la vez, producir desde el trabajo a distancia. En ese sentido, es particularmente difícil la situación en Colombia por la alta tasa de empleo informal y de precariedad de ingresos. Mucha gente simplemente necesita salir a la calle para poder subsistir. Si se encierran igual morirán de hambre. Por dar solo un ejemplo, ya en Cartagena los mototaxistas amenazan con amotinarse.

Cómo organiza el Estado un flujo de suministros hacia esa población que depende de su trabajo diario y cómo lo organiza en un plazo lo suficientemente corto para que puedan irse a cuarentena es el reto del Gobierno Nacional y de los gobiernos locales. Al presidente Duque le corresponde ahora asumir el liderazgo y la responsabilidad de su cargo para articular todas las iniciativas de las administraciones regionales dentro de una gran estrategia nacional.

La alcaldesa Claudia López, por su parte, le está marcando una línea de acción muy clara. Ha hecho ver que la cuarentena es una decisión que no merece discusión, hay que hacerla lo antes posible, y que la verdadera discusión es sobre el aprovisionamiento de alimentos y bienes básicos, los subsidios a quienes no disponen de los medios para confinarse y la preparación del sistema de salud para la demanda de camas y de unidades de cuidado intensivo.

Al igual que entre los distintos niveles de gobierno, la articulación con el sector privado es fundamental. En últimas, serán las empresas las que abastecerán a la población durante la cuarentena. Sus empleados serán verdaderos héroes, al mismo nivel que los médicos, enfermeros y personal de salud que exponen sus vidas al tratar a los enfermos de coronavirus. Un cajero, un vendedor de plaza de mercado, un repartidor a domicilio, un organizador de estantes de un supermercado, entre tantos otros que deberán interactuar con los clientes, van a exponerse a un riesgo inmenso de contagio para que la cuarentena sea viable. La sociedad debería hacerles un reconocimiento.

Ojalá la ciudadanía tome conciencia de la seriedad de lo que se viene y en un mes no estemos como Italia o España, cuyos dirigentes desatendieron olímpicamente las voces de alarma.

Sigue en Twitter @gusduncan