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Asuntos de género

Los escándalos de modelos y reinas relacionadas con capos del narcotráfico han...

3 de enero de 2015 Por: Gustavo Duncan

Los escándalos de modelos y reinas relacionadas con capos del narcotráfico han sido tratados de manera banal. Todo se ha reducido a un problema de falta de valores en que bellas mujeres sucumben al esplendor material que ofrecen unos delincuentes inmensamente ricos. Es decir, a un problema de prostitución de alta gama: de mujeres que nunca hubieran imaginado prostituirse que encuentran que de un día para otro alguien ha llegado a su precio.Por supuesto que en el mundo del narcotráfico hay mucha prostitución. ¿Qué más puede hacer una persona con recursos ilimitados cuando se encuentra desocupada y sabe que su tiempo libre o con vida se agota a la velocidad del sonido? Pero los narcotraficantes no solo buscan placer inmediato también aspiran a enamorarse y a establecer una relación emocional estable, con afectos verdaderos.Del mismo modo muchas mujeres no son exactamente prostitutas, o ‘prepagos’ como se bautizó a las prostitutas de gama alta. Son simplemente mujeres jóvenes que, al igual que casi todas las mujeres de su edad, buscan parejas con determinados atributos que correspondan con un estatus social superior dados sus propios atributos disponibles.La búsqueda de pareja es, quiérase admitirlo o no, un terreno de competencia en que hombres y mujeres intentan hacer valer e incrementar su posición social. Y es parte de una competencia llena de intercambios. Hombres y mujeres tienen que entregar algo a cambio, desde dinero hasta placer sexual, para que las relaciones se materialicen.Por eso, más que su capacidad de comprar sexo, lo interesante de los narcotraficantes ha sido su capacidad de transformar los atributos considerados como valiosos en el establecimiento de relaciones sentimentales al interior de muchos sectores sociales. La competencia por encontrar pareja ha dado lugar así a profundos cambios sociales.Para los hombres significan los recursos que tienen que disponer y el poder que tienen que ostentar si aspiran a acceder a las parejas más valoradas socialmente. Lo que equivale a dedicarse a determinados oficios que son los únicos que pueden proveer suficiente dinero y poder. Entre más dependiente sea el mercado y la política de una sociedad de los recursos del narcotráfico, más tendrán que vincularse a un negocio ilegal para ser competitivos en la consecución de parejas.Para las mujeres significa explotar el valor de sus atributos físicos, pero también las destrezas sociales para convertir sus atributos en una estabilidad económica o un reconocimiento como pareja oficial. En la mayoría de los casos, por tratarse de mujeres muy jóvenes, es poco lo que obtienen a cambio más allá de lujos pasajeros y del prestigio de ser vistas junto a un personaje poderoso. Cuando llegan a los treinta su valor se deprecia considerablemente. Mientras que los capos de más edad pueden aspirar a salir con jóvenes que son casi adolescentes a las mujeres maduras poca atención les prestan a menos que hayan conseguido convertirse en la pareja oficial.Varios libros testimoniales de mujeres que han gastado su vida sentimental alrededor de las relaciones con narcotraficantes retratan estas implicaciones sociales en muchas regiones del país. La hembra del Alacrán es el último de la saga. Bien valdría la pena que en vez de reducir el asunto a valores morales, las políticas públicas consideraran estas implicaciones con mayor profundidad.