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El descache de Bolívar

En el mundo de las suposiciones, todo es posible, incluyendo asumir que no existía un fenómeno muy grande entre los votantes verdes de primera vuelta, que es su aversión para votar por Petro en segunda.

25 de julio de 2021 Por:

Viendo la alegría con la que la derecha se tomó la derrota del senador Gustavo Bolívar en las elecciones de mesa directiva del Congreso, es difícil no darse cuenta que fue un error garrafal del petrismo primero proponer el candidato más divisivo de todos y, segundo, no haber entendido los vericuetos de los reglamentos parlamentarios, lo que le restó maniobrabilidad frente al voto en blanco. Errores que los petristas perpetuaron en las horas siguientes, atacando a la bancada Verde y repitiendo el discurso de hace tres años sobre el voto en blanco como herramienta de triunfo de Iván Duque y traición entre la izquierda.

En la historia según Colombia Humana, si Fajardo no hubiera invitado al voto en blanco, Petro hubiera sido presidente. Cálculo pedestre basado en una matemática que supone que los 4.6 millones de votos por Fajardo en primera vuelta podían sumarse por el llamado del canditado Verde, a los 4.8 millones por Petro, para un total de 9.4 millones, con lo que no hubieran podido derrotar a Duque que sacó un millón más que esa suma.

En el mundo de las suposiciones, todo es posible, incluyendo asumir que no existía un fenómeno muy grande entre los votantes verdes de primera vuelta, que es su aversión para votar por Petro en segunda.
Muchísimos votos fajardistas se hubieran quedado en casa sin necesidad de llamados a la abstención o el voto en blanco, pero hubo una cantidad apreciable que votó por Duque en segunda, constituyendo todo un acertijo político, además de una ocasión permanente de bullying por sus amigos, porque hicieron la cuadratura del círculo en términos ideológicos. Claro, salvo en la “narrativa” petrista, que asimila a Angélica Lozano a María Fernanda Cabal o Antonio Sanguino a Ernesto Macías.
El balance es malo en general para la izquierda, por eso es que los parlamentarios de la coalición de derecha lo ven como un triunfo, porque la jugada de candidatizar a Gustavo Bolívar, repite el descache de 2018 de no tener en cuenta el escenario de un voto en blanco, sino porque la brecha entre los sectores alternativos ya es todo un precipicio.
Al no reconocer el error de haber obrado con una arrogancia extrema que desconoció, otra vez, el escenario muy probable del voto en blanco, la bancada Humana acude a la muy humana forma de resolver los problemas, ignorándolos o culpando a los demás. Como esos demás son también de izquierda, la coalición de derecha ve complacida cómo se destrozan sus opositores. Un dicho chino llama a eso matar con daga prestada.

Por otro lado en términos del trabajo parlamentario, que la oposición tenga representación en las directivas del Congreso no es solo una gracia que se concede a los que no están en la coalición de gobierno. Se trata de darles acceso a los mecanismos parlamentarios para influir en la agenda del Congreso tanto en lo legislativo como en el control político, para lograr una mayor presencia de los intereses de quienes no están con el gobierno. Es una función que requiere no solo ser de oposición, sino talento para desde sus cargos directivos garanticen los derechos de los partidos que representan.

Ya dije, se impuso la arrogancia, y los derrotó la democracia, expresada en el voto en blanco, paradójicamente una reivindicación de casi todos los partidos de izquierda del mundo. Más difícil entender cómo se enloda el mecanismo a partir de su resultado, sin una autocrítica que se impone políticamente necesaria.

Otra vez el voto en blanco, Colombia Humana ha probado que al perro sí lo capan más de una vez.

AHORA EN Guillermo Puyana Ramos