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San Agustín, 354-430, fue un gran filósofo y amante; un enamorado de Dios, de la vida y de sus seres queridos.

1 de diciembre de 2019 Por: Gonzalo Gallo

San Agustín, 354-430, fue un gran filósofo y amante; un enamorado de Dios, de la vida y de sus seres queridos.

Uno nunca se cansa de leer su libro Las Confesiones y, si no lo has aprovechado, ojalá lo consigas.

Han pasado muchos siglos desde que nació al norte del África, pero su mensaje se conserva fresco y rico en sabiduría.

Una vez dijo: “Hablando menos oramos mejor”. Algo difícil para ciertos predicadores parlanchines y sus fieles.

Pasó de la sombra a la luz y compuso hermosas plegarias. Te comparto esto de una dirigida a Jesús como centro de la vida:

“Señor Jesús, que me conozca a mí y te conozca a ti. Que nunca desee otra cosa, sino a ti.

Que todo lo haga siempre por ti, acepte todo como venido de ti, escoja seguirte sólo a ti y ponga toda mi confianza en ti.

Mírame para que sólo te ame a ti y llámame para que solo te siga a ti. Mi deseo es estar siempre junto a ti”. Espiritualidad es enamorarse de Dios.

Sigue en Instagram @Gonzalogallog

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