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Cuando haces una introspección sincera llega un momento en el que corres un velo y hay un deslumbramiento.

12 de julio de 2021 Por: Gonzalo Gallo

Pocos regalos más valiosos te puedes dar que te sirvan tanto como llegar a un despertar de consciencia.

Consciencia no es inteligencia, es la claridad que te llega al caer en la cuenta de quién eres, para qué estás acá y cómo vives.

Es un conocimiento superior, espiritual, que no tiene que ver con la razón y que suele adquirirse en la meditación.

Cuando haces una introspección sincera llega un momento en el que corres un velo y hay un deslumbramiento.

Entonces ves lo que antes no podías captar cegado por el ego soberbio e hipnotizado por lo superfluo y lo vano.

La falla es que habitualmente el humano toma consciencia es a través de duras vivencias, o sea, sufriendo.

Es más, la ignorancia y la inconsciencia son tan mayúsculas que se cambia cuando hay saturación de dolor.

Si vibras más y más en amor eso te lleva a ser cada día más consciente y más coherente, o sea, a tener una buena vida.

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