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En un concilio celebrado en Lyon en 1254 se habló del purgatorio como un lugar de castigo para expiar los pecados.

24 de febrero de 2020 Por: Gonzalo Gallo

En un concilio celebrado en Lyon en 1254 se habló del purgatorio como un lugar de castigo para expiar los pecados.

Esos castigos se podrían aliviar por medio de rezos, sufragios, sacrificios o indulgencias, según la fe de ese entonces y luego.

En ese mismo concilio se habló del limbo como un espacio para los niños que morían sin haber sido bautizados.

Es bueno recordar esto, no para juzgar, sino para ver cómo todos los credos se van cargando de creencias, normas y vetos que no vienen de Dios.

Algún día sueltan ese lastre o siguen por siempre defendiendo verdades que no son tales y que no son divinas.

Lo único divino es que vivas en amor. Nada más. Todo lo demás hazlo si te sirve pero Dios no necesita culto, ni rezos, ni velas, ni diezmos, ni nada.

Hoy, gracias a Dios, esas creencias en el limbo o el purgatorio no existen, pero sí perduran muchas otras de todas las religiones que se pueden desdeñar.

Ahora bien, ir sólo a lo esencial no es fácil porque al humano le cuesta cambiar y le gusta ser manejado como parte de un rebaño. El humano le teme a la libertad.

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