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Humildad, sencillez, cero ego, nada de arrogancia ni soberbia. Sí, amado Padre, eso es lo que me permite amar de verdad.

21 de febrero de 2020 Por: Gonzalo Gallo

Humildad, sencillez, cero ego, nada de arrogancia ni soberbia. Sí, amado Padre, eso es lo que me permite amar de verdad.

Por lo mismo, no creerme el dulce engaño de que soy mejor que otros, de que tengo la razón y de que ellos deben plegarse a mis deseos.

Nada gano, y sí pierdo mucho, creyendo que mi parcelita de verdad es nada menos que la verdad absoluta y así soy incapaz de aceptar diferencias.

Entonces mi vida se llena de contiendas o, peor, de hielo en mis relaciones, de dolorosas batallas y rupturas.

Con ego, mi pareja y mis hijos deben seguir sumisos el camino que les trazo porque solo yo soy el dueño de la verdad, no ellos.

¡Ay!, necesito humildad, sencillez, modestia, esa que brillaba en Yeshua, la misma que lucían Mariam de Nazareth y su buen esposo Joseph.

Hoy me veo como un simple instrumento de Dios y nada más, soy un simple pincelito y tú, Señor, eres el divino artista.

Nada de vanaglorias, los elogios me resbalan como gotas sobre un techo. La humildad me acerca a los demás y el orgullo me aleja de su amor.

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