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Érase una vez una mujer muy devota y supuestamente llena de fe y del amor de Dios.

14 de febrero de 2020 Por: Gonzalo Gallo

Érase una vez una mujer muy devota y supuestamente llena de fe y del amor de Dios.

Solía ir a la iglesia todas las mañanas, y por el camino solían acosarla los niños y los mendigos.

Pero ella iba tan absorta en sus devociones que ni siquiera los veía y seguía de largo hacia el templo.

Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado, llegó a la iglesia en el preciso momento en que iba a empezar el culto.

Empujó la puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, esta vez con más fuerza, y comprobó que la puerta estaba cerrada con llave.

Afligida por no haber podido asistir al culto por primera vez en muchos años, y no sabiendo qué hacer, miró hacia arriba.

Y justamente allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada en la puerta con una chincheta en la que se leía: “Está en tu interior”.

Dicen que la religión es para los que necesitan ser guiados y la espiritualidad para los que escuchan su guía interior.

Sigue en Instagram @Gonzalogallog

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