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“Yo lo veo así”

Abrir un periódico, leer una revista, escuchar noticias, ver televisión, leer un...

31 de julio de 2012 Por: Gloria H.

Abrir un periódico, leer una revista, escuchar noticias, ver televisión, leer un twitter, puede convertirse en un ejercicio diario de confrontación. Si la persona receptora de cualquier medio de información tiene formado un criterio más o menos coherente, puede encontrarse diciéndose en silencio “no, así no es” o de pronto “pero cómo lo interpretan de esa manera”. Los enfoques que realizan los periodistas o comunicadores están hechos bajo ‘su lente’ y de acuerdo a ello analizan los hechos. Que pueden ser muy diferentes a los que en su silla personal, ‘interpreta’ o lee el receptor. Lo que sucede sin embargo, es que cuando no hay un criterio formado, esa palabra dicha, oída o leída, puede causar un impacto muy grande porque ‘forma’ criterio. Genera opinión. Y ‘desde un solo lado’ o con una sola manera de mirar, no se está formando un criterio imparcial para que el receptor decida. Los medios ‘deciden’ por los espectadores. Y allí se da un compromiso muy serio.Porque lo que sí es muy claro es que ante el día a día cada uno interpreta de acuerdo a su historia y a sus creencias. Así sea periodista. Desearía uno que a mayor formación, mayor amplitud de criterio para poder analizar los hechos. Hay momentos en que se percibe ignorancia, elementalidad, ‘cobro de cuentas’, revancha, amiguismo. Sin desconocer que el poder es absolutamente embriagador. No existe pasión humana más potente que el poder, así se lea como pleonasmo. El poder es superior al amor, al sexo, al dinero porque –se supone- el poder ‘lo puede todo’. Claro, los comunicadores, los arquitectos, los políticos, los psicólogos, los médicos, los abogados, son humanos. Es imposible (y dañino) pedir imparcialidad. Buscando poder (o influencia en este caso) se pueden atropellos. La sola actitud de aprender a oír ‘las dos orillas’ ya de por sí es más equilibrado y sanador. Además, no puede olvidarse que en la condición humana cualquier acto tiene una intención. Y aquí sí, radica, el meollo del asunto.La intención es como una energía que se adhiere a cada palabra, a cada gesto, a cada mirada. Si la intención está cargada de ambición o perversión, las consecuencias son nefastas. Pero si la intención se construye desde la conciencia, entonces el resultado es diferente. Ser consciente de que cada palabra, cada gesto, cada interpretación es un acto diario al cual no se le puede fallar. Claro, si hay conciencia, no inteligencia. Si seguimos descrestándonos con la inteligencia, podemos caer en los extremos del ‘guasón de EE.UU.’ un ser exageradamente inteligente, nunca consciente de si mismo, de su vida y de su entorno. La conciencia, por el contrario, da herramientas para ser coherente, para juntar las piezas del rompecabezas e intentar que encajen. En todo momento, en cualquier circunstancia. Y a la única que jamás puedo traicionar es a mi conciencia. Ni siquiera a nombre del poder...Si en su interior está alimentado de odio y rencor, muchas de las situaciones del diario vivir, usted las juzgará con ese lente. Lo visceral no ayuda a despertar conciencia, por el contrario obnubila. Sin conciencia, totalmente primario, ‘vomitarᒠlo que su corazón guarde. Pero si es consciente cada expresión se medirá desde la coherencia, donde ‘todo tiene que ver con todo’, y donde puede señalar, opinar, pero jamás destruir. Debo cuidar para que la pasión del poder no desvíe la intención. La intención en definitiva es la que guía la interpretación y es el camino más claro para orientar y ayudar a crear conciencia.

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