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Los que siguen disparando

Hace unos meses se conoció la historia de dos japoneses, padre e...

29 de septiembre de 2015 Por: Gloria H.

Hace unos meses se conoció la historia de dos japoneses, padre e hijo, escondidos en la manigua, tratando de defenderse de los estragos de la guerra. Sólo que… la guerra concluyó hace más de 40 años. Ellos o no sabían o no ‘querían’ saber. Para el resultado no hay diferencia. Allí escondidos ‘seguían’ afrontando su propio conflicto bélico, mientras el mundo vivía situaciones diferentes. Pues bien, esta historia puede estar a punto de sucederles a muchos colombianos. Cuántos querrán que la guerra no concluya para seguir disparando, a diestra y siniestra sin importar lo que suceda ‘afuera’ de sus deseos e intenciones. Se esconderán en la manigua de su amargura y negativismo para continuar en una guerra interior que delata más su ostracismo que su salud mental. Y es allí donde está el meollo del problema.Independiente de que se quiera, de que se acepte o no, el proceso de paz va para adelante. Podremos equivocarnos en su implementación pero lo que sí es claro es que se está construyendo. Más vale equivocarse intentándolo que no equivocarse porque sólo se lo sueña o imagina. Pero el rechazo o aceptación de lo que está viviendo Colombia sí es una radiografía muy precisa de lo que cada quien guarda en el corazón. Es un buen termómetro de salud mental. Qué tanto “la abuela loca como una cabra” (dicho por ella) de Claudia Gurisatti le transmitió su obsesión y paranoia para no poder ver la realidad tal cual es e imaginarse un mundo oscuro hasta el punto de secuestrar a sus nietas y Claudia repite lo de la abuela e imagina un mundo negro y oscuro, muy a su manera y en contravía de la realidad. Claudia debe saber que “heredamos los problemas de nuestros antepasados” y su actitud frente a lo que transmitió en RCN demostró más enfermedad que equilibrio. Impactantes las imágenes que su salud mental ‘escogió’ para acompañar la información sobre el proceso de paz, impactantes.Cada quien reflejará lo que hay en su interior, independiente de lo que suceda externamente. ¡Es un retrato del corazón! Los guerrilleros morales serán entonces los colombianos más ‘peligrosos’ porque ellos desde su amargura, le apostarán al fracaso. Necesitan que falle para ‘tener la razón’. Necesitan que nos vaya mal para que ‘otro’ nos salve con más guerra y más ostracismo. No hay apertura mental para construir otras opciones sino la rabia, el odio, la retaliación, la frustración de que ‘perdieron’ con sus ideas y creencias. Estoy segura que además del proceso de paz también lo que está en juego es la salud mental. Quienes sigan disparando serán los guerrilleros sociales obnubilados por la terquedad y la rabia. El mundo para ellos es de buenos y malos y los malos (que son los otros) deben condenarse mientras los buenos ‘observan’ el espectáculo. No existe una toma de conciencia sobre una responsabilidad social donde todos somos partícipes y por lo tanto el futuro es de consensos. Muchos quieren seguir disparando porque la guerra y la rabia anidan en el fondo de su corazón y claro, contaminan su salud mental, su equilibrio. Pero es el precio de la apertura, de la evolución. No sólo es paz, también es salud mental y allí si todos, absolutamente todos, estamos implicados. Y si usted no puede ni imaginar siquiera un proceso de paz como este, más vale que revise su salud mental.

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