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La paz desde el corazón

Cuando usted quiere expresarse, con la ayuda de las manos, y quiere...

4 de septiembre de 2012 Por: Gloria H.

Cuando usted quiere expresarse, con la ayuda de las manos, y quiere enfatizar en la expresión “yo pienso” o “yo creo”, ¿a qué parte de su cuerpo lleva la mano? Muy seguramente su mano, como la de tantísimas personas (hecho que se ha comprobado con estadísticas), se lleva al corazón. O menos ‘romántico’ al pecho. Muy difícilmente esa mano va a la cabeza, o a la frente, donde se esperaría que estuviera la inteligencia. Es en el corazón donde enfatizamos el “yo pienso” o el “yo creo”. Con la particularidad de que ese “yo pienso”, recalca el pensamiento propio pero también la identidad. Como si, inconscientemente (o desde siempre), hubiéramos sabido que el corazón ‘piensa’, que en el corazón está el saber que queremos transmitir. O como lo dice Annie Marquier, “el corazón tiene un cerebro, y ese cerebro del corazón es maestro, el lugar donde radica la sabiduría”. Para la cultura occidental y racional, en el único lugar donde se centra la razón es en el cerebro. Lo demás es secundario. Desde Descartes “pienso luego existo” es un axioma que se convirtió en paradigma de comportamiento. Craso error. Los científicos cada vez comprueban que el pensamiento también está en el corazón o si quiere verlo así, está ‘regado’ por todo el cuerpo. Allí hablaríamos de conciencia…Por ello, espacios como Exposer, en sus cuatro versiones, permiten ‘combinarle’ a lo cotidiano racional otras miradas que señalan la existencia de otras dimensiones que no podemos olvidar. Pero no sólo porque personalmente ‘no las queramos ver’ sino porque cada vez es más obvio que hay que ampliar los conceptos, si queremos estar ubicados dentro de lo que realmente se está viviendo. Aquello intangible es parte de nuestra esencia. Y en el corazón está la fuente de energía mayor que permite que nuestro entorno se modifique.Colombia quiere hacer la paz. Pero es imposible hacerla si en el corazón se anidan sentimientos contrarios a ello. Nadie está pidiendo que nos volvamos idiotas. Pero no se pueden liderar procesos de paz si en el corazón hay violencia, agresividad, rabia, venganza, el famoso “no me dejo”. No es que los que no crean en la paz sean enemigos de ella pero… bueno, tal vez sí. Pero no porque la quieran ‘dañar’ sino porque es imposible que ‘salga’ afuera una energía que no se posee en el interior. Es un simple ejercicio de confianza. ¿Quién se le apunta a un negocio que sabe que va a fracasar? Y si ‘tus socios’ quieren hacer algo y tú no lo crees, ¿consideras que ‘tu energía’ ayuda al proceso? Al menos te pedirían un compás de espera. Por ello, quienes no creen no podrán contribuir a conseguirla. Cada quien tiene derecho a creer en lo que escoja, pero valdría la pena revisarse cuando no se quiere, porque energéticamente ‘se colabora’ para ponerle palos a la carreta. El corazón de los que la están construyendo tiene que tener confianza y esperanza. Deben tener un mínimo de paz si quieren lograrla. De lo contrario…La ciencia ha comprobado con hechos concretos el poder de la energía cuando unimos objetivos. La energía ‘colectiva’ colabora. Un pensamiento negativo, así sea de individuos aislados, son como troncos en el camino. Los que hablan de paz deben tenerla en su interior. Eso se llama coherencia, se llama conciencia. Cada uno puede ayudar desde el fondo de su corazón a ‘crear’ un clima y una energía que ‘empuje’ el proceso. Aun cuando no somos del grupo de negociadores, si podemos contribuir al proceso de paz, introduciéndola inicialmente en nuestro corazón. ¿Lo intentamos?

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