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El ‘maestro’ Trump

Algo está pasando con la verdad, con el pensamiento lógico, con la razón. No se qué tanto la cuántica influye para cuestionar la realidad puesto que el observador es quien crea el resultado.

11 de enero de 2021 Por: Vicky Perea García

Hay dos maneras de aprender: por imitación o por oposición. Primer modelo: quiero parecerme a esa persona, quiero imitar su comportamiento, sus actitudes. Me gusta su filosofía, su manera de enfrentar las dificultades. Admiro lo que hace, es un referente en mi vida porque sus condiciones personales son gratificantes. Segundo modelo: es tan aberrante este comportamiento que no quiero, ni en sueños, repetir ninguna de sus actitudes. No quiero su forma de tratar a la gente, no me interesa copiar su manera de pensar. Lo tengo como modelo precisamente para recordarme cómo no quiero ser.

Entonces, imposible negar las ‘enseñanzas’ de Donald Trump. Al comienzo de su presidencia, escribí que debería existir una cátedra denominada ‘Donald Trump’, para recalcar todo lo que podía enseñarle al mundo. Todos los días de su mandato reforzó su actitud narcisista y patológica. Su sobrina, psicóloga clínica lo dijo muy claro en su libro ‘Siempre suficiente, nada demasiado’. Lleva cuatro años enseñándole al mundo lo que es el narcisismo, en vivo y en directo. Además sin máscaras porque el poder lo obnubiló de tal forma que creyó que todo era posible, que nada lo detendría, que estaba por encima de la Ley. ¡Es Dios!

Lo paradójico fue que él mismo puso límites a su actuar. Lo más importante por destacar, en este momento, es cómo se enredó en sus propios mensajes, como él mismo se pisó la cola… El límite no lo colocó ninguna institución. El desborde de poder y locura le pusieron la barrera (¿temporalmente?). Pero ¿se logran ‘asimilar’ sus enseñanzas? ¿Sirven de referente sus actitudes para corregirlas?

Tiene 70 millones de personas que ¡le creen! Para 70 millones de personas su comportamiento es acertado. Sus seguidores lo aceptan al pie de la letra y lo complejo es que no existe ningún pensamiento lógico, racional, que pueda hacerlos cambiar de idea. No hay pruebas reales, ‘su verdad’ no hay manera de controvertirla y pareciera que se viviera en mundos paralelos. No sirve ni siquiera que la Justicia diga lo contrario: la única respuesta válida es confirmar su creencia. ¿Cómo explicar esta terquedad, obstinación, testarudez?

Así como existen miles de personas que creen que el virus no es real. En todas las ciudades del mundo, no solo en Colombia, hay individuos que no consideran que se corren riesgos, que no hay peligro, que se cuiden los otros. Un médico español, desde el altar de su ciencia, despotrica de otros médicos que no piensan como él. La Ciencia enfrentada a sí misma. Farmacéuticas, gobiernos, ideologías, religiones, Estados, políticos, todo mezclado en una guerra sin cuartel, imponiendo su propia verdad.
Porque no se cree en la verdad del otro. Sólo es valido mi planteamiento, los demás están equivocados, ¿cómo convivir? ¿cómo llegar a un consenso?

Algo está pasando con la verdad, con el pensamiento lógico, con la razón. No se qué tanto la cuántica influye para cuestionar la realidad puesto que el observador es quien crea el resultado. Entonces no puede darse una verdad universal. Cada quien vive e interpreta, lo que hace muy compleja la convivencia si no se acepta la diferencia. El que no piense como yo, o los míos, es un enemigo. En el fondo, un enigma por resolver. ¿Existe una verdad? ¿Hay una sola realidad? ¿Debo tolerar todas las ‘verdades’?

Sigue en Twitter @revolturas

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