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El alma de los famosos

A Pacheco lo quisimos la gran mayoría de colombianos. Como muy bien...

18 de febrero de 2014 Por: Gloria H.

A Pacheco lo quisimos la gran mayoría de colombianos. Como muy bien dijo algún periodista, el nombre del programa de Pacheco delataba nuestra edad. Porque Pacheco ‘alimentó’ mas de 4 décadas de historia de la televisión y allí hubo tiempo para que ‘transcurriéramos todos’. Fue un hombre admirable en su forma de contactarse con el público pero esa condición de reconocimiento no le ‘quita’ lo humano, sus dificultades para enfrentar la vida fuera de la televisión y su incapacidad para manejar la frustración. Precisamente en ese contacto con el público estuvo su gloria y su patología. Daniel Samper Pizano escribió que no podía vivir sin la televisión y su alejamiento de ella fue su mayor desgracia. No pudo (no supo) jubilarse y de allí la inmensa soledad del final. No supo vivir sin público y reconocimiento. Porque es Pacheco, pareciera que lo justificáramos y lo entendiéramos. Pero si no fuera Pacheco, eso se llamaría adicción. Un hombre enfermo que ni siquiera supo relacionarse con su hija. Allí se tipifica una conducta enfermiza, adicta, donde no se pudo construir una personalidad autónoma sin necesitar compulsivamente reconocimiento.La fama no suprime la condición de ser humano. La fama es una ganancia obtenida precisamente por haberse destacado (para bien o para mal) en algún comportamiento que logra que muchas miradas se posen en el famoso. Pero no es ningún atributo que pueda suprimir las interpretaciones frente a la conducta del destacado. Creo que a los psicólogos y psiquiatras les hace falta un mayor compromiso social y arriesgarse a orientar interpretando lo que sucede ‘afuera’ de los consultorios. Las problemáticas sociales planteadas por los Medios de Comunicación merecen un mínimo de interpretación que sin necesidad de condenar, aporten luces a los procesos comunitarios. De allí que es necesario untarse más de hechos externos y arriesgarse a dar luces, aportando otras miradas. No es un diagnóstico sino una aproximación a una realidad que está allí, afuera. Y los famosos están allí afuera para ‘ser mirados’. Es el precio que se paga por la fama.De Pacheco como de cualquier otro personaje se puede aprender. Es necesario no idealizar porque las idealizaciones deforman la realidad. Pacheco fue un ser humano, con una gran capacidad de conexión pero en esa necesidad de conexión había un ser inseguro, infantil. Vivir para ‘solo’ un mundo es contraproducente porque genera dependencia y allí viene la enfermedad. Repito, si no fuera Pacheco, ¿qué se hubiera dicho del personaje que no pudo ‘superar’ su paso por la Tv.? Hay cosas por imitar de Pacheco pero otras no. Los Medios contribuimos a la idealización y a la incoherencia. A todos no los tratamos por igual y mientras a unos famosos se les tapa a otros se les ‘descuera’. Los famosos están expuestos a la luz pública y así como se alegran con el aplauso, deben estar preparados para la crítica. Pacheco fue encantador pero no debía ser fácil vivir con él, no debieron ser fluidas las relaciones con su entorno. Su hija parece que ni siquiera se comunicaba con él. La fama no puede ocultar al ser humano y deformar la realidad. Creemos que la fama ‘limpia’, sana, perfecciona. He allí el peligro de exagerar atributos para destacar al famoso y esconder al ser humano. ¿Podremos encontrar el equilibrio?

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