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Eder y Uribe

Dos apellidos, el uno enclavado en el corazón del Valle del Cauca,...

29 de mayo de 2012 Por: Gloria H.

Dos apellidos, el uno enclavado en el corazón del Valle del Cauca, el otro, hijo de la geografía paisa. Ambos pertenecientes a familias golpeadas por las Farc. Los Eder ‘inaguraron’ la historia de los secuestros con Harold Eder. A los Uribe, les secuestraron a Alberto Uribe. Heredero de los Eder, Alejandro es el nieto. Heredero de los Uribe, Álvaro, es el hijo. Sus historias familiares están marcadas por el signo de la violencia. En el trabajo psicológico de ‘Constelaciones Familiares’ se dice que los pendientes del alma familiar se deben reparar porque si no, de generación en generación, se seguirán pagando hasta que alguno o alguna los solucione. No importa que las generaciones futuras ‘no tengan que ver’ con el asunto en forma directa. Pertenecemos a una familia y heredamos, para bien o para mal, no sólo sus genes sino también sus historias. Los antepasados nos ‘amarran’ a sus vidas. El árbol genealógico estructura nuestro presente y más vale ser conscientes de ello para poderlo manejar. No se puede cambiar el pasado pero si podemos poner en paz ese pasado familiar para vivir en armonía, ‘sin deudas’ y permitir a nuestros hijos una vida mas ‘limpia’ de cargas.Para muestra estas dos familias, los Eder y los Uribe. Alejandro Eder, encargado de manejar el programa de ‘Reintegración y Reiserción’ de la Presidencia de la República, contó en el programa de radio ‘Oye Cali’ cómo, en algún lugar del territorio colombiano, un exguerrillero le preguntó que si era hijo de Harold Eder. Contestó que no, que nieto. Y entonces el desmovilizado le confesó que formó parte del grupo que secuestró y asesinó a su abuelo y le pidió excusas por lo sucedido. 40 años después en un lugar remoto, sin más testigos que el corazón de cada uno, el agresor y el agredido, pusieron en paz un hecho doloroso y desproporcionado. Alejandro hoy trabaja por lograr la reintegración de hombres y mujeres que desean vivir dignamente. “La línea divisoria entre víctima y victimario es muy compleja. Señalar buenos y malos es difícil. Escuchando sus historias uno no sabe qué tan victimarios son estas personas o que tan víctimas de otras situaciones”. Alejandro Eder está dedicado a reparar...En el otro extremo, Álvaro Uribe. No puedo negar que le ayudó a Colombia, desde su deseo de venganza (consciente o inconsciente), a salir del marasmo y a ponerle ‘tatequieto’ a las Farc. Sí, ayudó y marcó un derrotero. Pero pareciera que Uribe no ha perdonado y su rabia está enquistada en sus entrañas y sigue ‘disparando’ odio y retaliación. Ahora separa, divide, critica, juzga, condena. Eso es el sentido de su vida: serle fiel a su padre, desde el odio mientras inconscientemente le repite “lo hago por ti papá”.Dos historias de familias colombianas. Pero la actitud de Alejandro Eder, me hizo sentir orgullosa, otra vez, de ser vallecaucana, de formar parte de la geografía de quienes le apuestan a la paz y no a la guerra. De que sea el dolor de su familia el que esté contribuyendo a sanar y no a incendiar. De que sean vallecaucanos los que arriesguen para la reconciliación. Con todos los problemas existentes, es muy satisfactorio formar parte de la comunidad que tiende la mano y construye puentes. Cada vez son más significativos los intangibles para construir una mejor raza de seres humanos. Y de lo que si estoy segura, es que se construirán desde la paz y nunca jamás desde la violencia. Dos familias, dos regiones, dos actitudes. ¡Qué chévere estar de este lado!

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