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Dos ‘mujeres’ de Uribe

He pasado los últimos años, desde que me gradué como sicóloga, interpretando...

10 de febrero de 2015 Por: Gloria H.

He pasado los últimos años, desde que me gradué como sicóloga, interpretando el sentir, el malestar, el dolor y las emociones de los pacientes que me consultan. Auscultar su sufrimiento no es fácil pero me he ‘entrenado’ para hacerlo. Los estudios, la experiencia y la intuición forman un tejido que aporta las herramientas para cumplir, de la mejor manera, esa tarea. ¿Cómo saber que se acierta? El resultado lo comprueba. Cuando se interpreta adecuadamente, se da una resonancia en el paciente lo que le permite hacer una modificación en su comportamiento.Hoy, en esta columna, hago una interpretación. ¿Con qué derecho? Los personajes públicos están expuestos a ello porque su comportamiento está a la vista de todos. Es el precio de la fama. Considero a Álvaro Uribe un hombre enfermo mentalmente, con un comportamiento patológico: el narcisismo es una enfermedad y él es un individuo que se considera ‘dios’ indispensable, mesiánico y siempre acertado. Un narciso es un seductor, un vampiro afectivo, totalmente encantador, “nunca pierde” y es capaz de cualquier accionar con tal de salirse con la suya. ¿Por qué dos mujeres como María del Pilar Hurtado y Yidis Medina ‘caen’ en su telaraña? ¿Qué tienen en común? Para que suceda una relación (cualquiera que sea) debe existir una resonancia en los dos lados. Resonancia significa que una parte necesite reconocimiento y en el otro haya exceso de ego. Así se configura una relación ‘perfecta”, no para funcionar, sino para fusionarse como patología. Yo necesito porque no tengo y tu me das porque te ‘sobra’. Pues bien Yidis y María del Pilar aparece como mujeres ‘poquitas’ (en su autoestima), poco agraciadas, muy seguramente con una necesidad emocional de reconocimiento por parte de un hombre (padre). Mujeres solas en su afectividad, pueden sumergirse en el mundo laboral, profesional o de servicio como una forma de compensar la faltante afectiva. Pero el vacío no se llena. Ser ‘miradas’, ser ‘escogidas’ por un hombre ‘importante’ se vuelve vital, reconfortante, estimulante. Dependientes, sumisas, su servilismo podría significar agradecimiento total hasta el punto de perder el criterio ante la mirada o reconocimiento del poderoso. Ser mirada por el famoso o importante, ya de por si es un triunfo para una mujer ‘invisible’ afectivamente. Y si la mirada se vuelve ‘preferencial’, allí si la satisfacción y atolondramiento son totales. ‘Desaparezco’ como persona para ser mirada por el poderoso, lo que justifica y avala todo mi proceder. El “poder del poderoso”, cuál vampiro afectivo, es total. No hay necesidad de contacto sexual, basta con el afectivo, con la seducción, con la ‘preferencia’, ¿Cómo puede desaparecer su ética ante el aparente reconocimiento de un seductor? El vampiro afectivo ‘chupa’ lo que hay en la integridad de estas mujeres y entonces, la vida empieza a depender totalmente de su ‘dios-protector-salvador’. Sus instrucciones son órdenes… Hasta que ‘algo’ las hace despertar.Sí, en los espectadores de la película, puede darse una sensación de pesar, lástima. Sólo que las protagonistas son adultas y se esperaría una actitud diferente. Qué poco sabemos de las emociones y afectos: una persona puede tener 40 años intelectuales y 10 años emotivos, ¡a la vez! En el mismo empaque y en el mismo momento. Pero, no es una película, es la realidad… Cuando una mujer se acerca a individuos como Uribe, la seducción, el encanto, la mentira y la adulación, marcan el inicio. Luego en las garras del poderoso, lo demás es fácil. Es el corolario de ‘perderse’ en seres catalogados como vampiros energéticos. Que literalmente dejan en rines. ¿Cómo están Yidis y Ma. del Pilar? Es el precio del encantamiento y de la seducción. No es fácil detectarlo y menos en el mundo de hoy, donde se multiplican los narcisos. El juego es perfecto cuando “yo no tengo y tu tienes en exceso”. De allí en adelante que ruede la bolita.

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