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Complicidad materna

Sólo, cuando la dejemos de idealizar, se pondrán en ‘funcionamiento’ las energías...

8 de mayo de 2012 Por: Gloria H.

Sólo, cuando la dejemos de idealizar, se pondrán en ‘funcionamiento’ las energías e información necesarias para corregir creencias culturales que producen tanto desorden. Porque aún, en este tema ‘de moda’, la prostitución, la figura de la madre puede aparecer como telón de fondo. Allí, ella, desde su inocencia (¡) o su comodidad o complicidad, puede contribuir a patrocinar la conducta censurable. Cuántas historias de madres se escuchan con la justificación “yo no sabía”, “yo no me dí cuenta”, “nunca me dijeron nada”, pero empiezan a vivir ‘de buenas a primeras’ en mejores condiciones económicas, ven a sus hijas viviendo diferente y resulta que las cosas suceden ‘porque sí’, mágicamente. Nadie pregunta, todos usufructúan los beneficios y la hija tiene la cómplice bendición de que así es como se debe hacer. Total, ‘nada’ produce dinero tan rápido como ‘este’ negocio. La ambición, el consumismo, la buena vida, patrocinan el resultado. Ninguno cuestiona... pero todos gozan la ‘buena racha económica’.Muchas madres conocen el sufrimiento de sus hijas y están del lado del yerno porque éste la sostiene, a ella, a la suegra, como una reina. Su complicidad es con este hombre maltratador pero rico. Total, a ella como madre acaso, ¿no le toco ‘aguantar’ al papá de la muchachita y sin plata? ‘Vender’ su hija es parte del desarrollo familiar. ¿Ese no es el llamado ‘deber conyugal’? Al ‘practicarlo’ se producen mejores condiciones económicas con el patrocinio cómplice de todos. Es muy crudo decirlo pero sucede más a menudo de lo que cree. ¿Cuántas mujeres salieron para Holanda, sin ninguna clase de preparación académica, y empezaron a sostener a toda la familia? Educación de los hijos, casa propia, carrito sencillo, operación de la tía, etc, etc. La madre o la abuela, ‘agradecen a diosito’ sus bendiciones pero no preguntan. Aquí, sí, es mejor ‘ojos que no ven, corazón que no siente’.Debemos quitarnos la careta de la doble moral porque en ese campo nuestra cultura es campeona. Detrás de todos esos íconos de perfección, madre, Iglesia, educación, Servicio Secreto, Estado, (por nombrar sólo algunos), existen miles de dualidades que enredan el comportamiento. Cada quien hace con su vida lo que crea, lo que le plazca, lo que considere pertinente. El problema está en ‘sorprendernos’, escandalizarnos por lo que se ve. Aún más, en algunas historias de incesto, la complicidad pasiva y elemental de la madre, es notoria. No hay que culpar: hay que investigar y observar que la familia es un engranaje donde la madre debe ocupar el lugar jerárquico que le corresponde, agradeciéndole que es dadora de la vida, pero no puede llegar a idealizarse como figura perfecta que siempre quiere lo mejor para sus hijos. Los mitos alrededor de la madre son tenaces por todo lo que confunden. En el incesto, la hija asume el lugar de la madre y ella no se entera porque si se da cuenta tiene que enfrentar su propio drama. Está tan ‘adormilada’ en su propia historia que si se lo dicen no lo cree y además, no se da cuenta de nada. ¡Así se defiende! Esa mujer es madre y su elementalidad no la exime de responsabilidad. Pero claro, no es perfecta y muchas mujeres y hombres tienen en sus vidas la huella de madres maltratadoras y abusivas. ¿Cómo celebran estos seres el ‘día de la madre’? La madre es una mujer corriente y dar a luz un hijo no la hace perfecta. Ojalá nos permitamos verlo y trabajarlo en nuestros corazones para bien de una cultura enferma de mentiras.

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