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¿Cómo elegir?

Vivimos eligiendo, tomando decisiones entre varias posibilidades. Desde el simple hecho de...

20 de septiembre de 2011 Por: Gloria H.

Vivimos eligiendo, tomando decisiones entre varias posibilidades. Desde el simple hecho de decidir cuál película ver hasta asuntos más trascendentales como escoger con quién viviremos en pareja los próximos años. Cada momento es una elección. Es el precio de la libertad. Porque es libre quien escoge y decide. A quienes les imponen las decisiones, les puede molestar profundamente que otros decidan por ellos o les manejen sus vidas. Los adolescentes sueñan obsesivamente con poder elegir y casi que la línea divisoria que marca la madurez está allí, en la capacidad de elegir y ser responsables de esa decisión. Algunos, sin embargo, desearían evadir la responsabilidad de ser dueños de este poder por las consecuencias que conlleva, pero definitivamente cada día con más vehemencia, el ser humano quiere decidir.Pero no decidimos ‘escogiendo’ tan sólo la situación puntual del momento. Ni tampoco sólo desde la razón. Decidimos con nuestra propia historia. Decidimos desde lo que somos, desde lo que hemos construido. Nuestras experiencias son vitales para ayudar a la decisión. Vamos acumulando ‘datos’ y guardando en nuestro inconsciente circunstancias que nos impactan, que nos marcan y hasta que nos duelen. De allí que la intuición o las corazonadas o las ‘impresiones’ contribuyen a inclinar la balanza, para cualquiera de los lados. Y así estas decisiones se las catalogue despectivamente como emocionales, el mundo de las emociones no invalida la escogencia ni riñe con la razón. En muchas ocasiones es la decisión mas acertada, porque el corazón es quien posee la sabiduría…Ahora que la Universidad del Valle quiere escoger nuevo rector, y los candidatos y candidatas son preparados, estudiosos y comprometidos, lo más importante es mirar la personalidad de los aspirantes. En un juego tan parejo donde los títulos y experiencias sirven de soporte, es la personalidad lo que deberá mover la balanza. Ni los programas, ni los discursos, ni las promesas deben descrestar, puesto que la palabra arrasa con todo. Si no, que lo digan los políticos. En un terreno como el universitario, dado por descontada la preparación de los aspirantes, debe decidir la condición humana, la calidez, la capacidad de escucha, y sobre todo la sencillez, la naturalidad del aspirante. Quisiera un rector o rectora asequible, natural, una persona a quien no lo traicione la soberbia o la ambición de poder. Ojalá el ego del próximo rector o rectora no sea la principal característica de su personalidad. La universidad es un escenario donde se forman mejores seres humanos, no sólo ‘mentes brillantes’ y mucho menos seres ambiciosos de poder o de figuración. Si para el rector o rectora lo principal es brillar o aparecer, esta condición marcará la política de la universidad durante este período. Y los resultados saltarán a la vista: el ego del rector o rectora crecerá en proporción inversamente proporcional al desarrollo universitario.Servir es una palabra fundamental en esta elección. El elegido o elegida debe tener el sello del servicio, la condición personal de escuchar y el liderazgo para asumir riesgos a favor de la comunidad educativa, sin temor a que su imagen se deteriore. Los que van a votar y elegir deben pensar cuál de estas personas pone su personalidad al servicio de la comunidad, y cuál la pone al servicio de sí mismo. He allí el meollo de esta elección. La personalidad de los aspirantes, inclinará la balanza.

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