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¿Bazuco cuántico?

¿Cómo se escucharía la entrevista de la ‘W’ a Annie Marquier, la...

20 de marzo de 2012 Por: Gloria H.

¿Cómo se escucharía la entrevista de la ‘W’ a Annie Marquier, la semana pasada, para hablar del ‘cerebro del corazón’ la víspera de su conferencia en Barcelona? Hace un año escribí aquí sobre el ‘maestro del corazón’ y claro, los oprobios de los ‘sabios’ no se hicieron esperar. ¿Habría quienes todavía hoy calificarían sus conceptos como ‘bazuco cuántico’ cuando está expresando con pruebas científicas cómo el corazón tiene el cerebro más desarrollado dentro del cuerpo de un ser humano? ¿Y a renglón seguido el tema de conciencia, aquello que no vemos ni podemos ubicar en ningún lugar físico del cuerpo pero que está allí para ayudarnos en el proceso de evolución? Pero no es lo único que ‘asusta’. Los nuevos descubrimientos paralizan porque tumban la estructura mental ‘cómoda’ y anquilosada. Greg Braden habla de “tiempo fractal”, otro concepto totalmente novedoso que ‘golpea’ viejas creencias cuando expresa que estamos ad portas del fin del tiempo, no del mundo. El tiempo, entonces, cada vez es más rápido, más acelerado, más intuitivo, mas personal. Cada quien construye el tiempo de acuerdo a sus expectativas. Un momento agradable es ‘un segundo’ y una situación incómoda es una eternidad. Y cada vez más, los llamados mundos paralelos, las comunicaciones virtuales, las ondas electrónicas, nos transportan a mundos y tiempos no lineales ni objetivos. La ciencia regresa al lugar de donde empezó, a intentar interpretar y transformar aquello que la inquietaba y aportaba explicaciones sobre el sentido de la existencia. Hay tantas pruebas cotidianas que controvierten el tiempo lineal que es hora de flexibilizar los relojes que nos atrapan manejando el tiempo de cada quién. Claro, se vive en comunidad y existen tiempos comunes. Pero es obvio que cada vez más, somos dueños y hacedores de nuestro tiempo. El cambio de mentalidad no es fácil, porque el miedo a lo desconocido paraliza cualquier evolución. Salirse de la mente racional, absolutamente centrada en lo material, en lo que se puede probar, en lo conocido, es tarea de valientes, casi que de pioneros que logran atreverse. ¿Cómo puede la ciencia material ‘evaluar’ lo que no puede medir porque ni siquiera tiene los elementos de medición? La manera más fácil (y cobarde) de manejar el asunto es afirmar “como no hay manera de comprobarlo, quiere decir que no existe”. El círculo del absurdo tan cerrado que atrapa en su paradigma todo aquello que insinúe diferencia. La ciencia mecanicista sólo puede medir lo que comprueba en el mundo material, por lo tanto lo demás es inexistente, o, ¿cómo es que se dice, señor Londoño, bazuco cuántico? ¡Soy consciente de que la ignorancia también merece respeto! Más cambios: la nueva medicina de Hammer, el médico alemán, es ‘peligrosísima’ porque cuestiona: la enfermedad se suprime o cura a como dé lugar o se interpreta como lenguaje del paciente que merece análisis. Si la enfermedad se mira de otra forma, el ‘negocio’ de los laboratorios farmacéuticos peligra. Estos no sueltan la gallina de los huevos de oro. Si hay enfermedades y miedo, hay negocio. De allí su afán de patrocinar congresos, visitar profesionales y ‘regalar’ droga para que sean cajas resonancia del miedo y la necesidad. ¿Bazuco cuántico? Para la física cuántica el mundo es un campo de probabilidades y en este, claro, también hay cabida para los ignorantes, los miedosos y los ‘tirapiedras’ intelectuales. Todos cabemos, sólo que cada quién decide en que grupo se matricula.

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