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Vandalismo en Bogotá

5 estaciones de Transmilenio destruidas, dinero y tiquetes hurtados, 9 heridos, 60...

12 de marzo de 2012 Por: Germán Patiño

5 estaciones de Transmilenio destruidas, dinero y tiquetes hurtados, 9 heridos, 60 detenidos y un caos urbano de varias horas es el balance de los hechos violentos sucedidos en Bogotá hace varios días.No se trató de una protesta social que involucrara a millares de personas, sino, como pudimos verlo por televisión, de un grupo de personas que se organizaron para proceder irracionalmente contra un bien público. Estos organizadores, que no encontraron eco en sus llamamientos, se dedicaron a una violencia desesperada, con el fin de armar un escándalo y afectar la prestación del servicio de transporte público.¿Quiénes estaban detrás? Por lo conocido hasta ahora, según el antecedente de la toma de la estación de Banderas, también en Bogotá, todo apunta a excontratistas de la administración de Clara López que, según el alcalde Petro, pertenecen al mismo partido político de la señora López, es decir, el partido comunista. Son nostálgicos del poder y de los recursos públicos, que decidieron cobrarse venganza, bien por la expiración de sus contratos, bien por las nuevas medidas anunciadas para el transporte público en Bogotá, emprendiéndola a pedradas contra las estaciones de los buses articulados.Por supuesto, partieron de una premisa. El Transmilenio en Bogotá está al borde del colapso y la mayor parte de los usuarios está descontenta con el servicio prestado. No resultó ser la maravilla que vendían Enrique Peñalosa y Lucho Garzón. Además, en su ejecución se presentaron hechos graves de corrupción, desde la utilización de tristemente célebre ‘relleno fluido’ durante la alcaldía de Peñalosa, hasta el ‘carrusel de contrataciones’ liderado por los primos Nule, bajo la administración de Samuel Moreno.Los usuarios del transporte público en la capital están hastiados, y algunos avivatos creyeron que ese malestar les permitiría desencadenar un movimiento social de grandes proporciones que pusiera en jaque a Bogotá. No lo lograron y se dedicaron al vandalismo. Pero el anuncio está hecho y todos debemos prestarle atención. En Cali, por ejemplo, los sucesos de Bogotá deben tomarse como una voz de alerta, pues los atiborramientos y la incomodidad ya comienzan a ser una constante para ciertas rutas del MÍO, sobre todo en horas pico. Y las cosas pueden complicarse ahora que está en marcha la construcción de los puntos de venta de comida en las estaciones, una decisión absurda que puede convertirse en peligrosa.Comparados con Bogotá estamos un poco mejor, pues la ciudad cuenta con vías que, aunque disminuidas en su capacidad por la construcción del carril exclusivo, aún soportan una parte importante del transporte vehicular. Pero no fue cierto que, una vez construido el MÍO, Cali mejoraría la situación de su tráfico. Por el contrario, este empeoró, y los trancones se volvieron la norma, en una ciudad que no estaba acostumbrada a ellos.Me imagino que el excelente secretario de Tránsito que tenemos habrá tomado nota de los sucesos de Bogotá y buscará la manera de disminuir el hacinamiento del MÍO en ciertas rutas y determinadas horas, para que los usuarios se sientan mejor tratados y servidos.Como es lógico, el caos vial de Bogotá no explica el vandalismo, pero si da pié para que los vándalos se hagan ilusiones. Ojalá en Cali no lleguemos a esa situación.