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Si quiere comer bien, coma todo lo que le guste y no...

5 de noviembre de 2012 Por: Germán Patiño

Si quiere comer bien, coma todo lo que le guste y no haga conteo de calorías. Pero, 1) coma en porciones reducidas, si es necesario cinco o seis veces al día (siéntase lleno, pero nunca harto); 2) trate de que la mayor parte de los alimentos que consume sea de origen vegetal; y, 3) prefiera los productos frescos y los alimentos orgánicos. Haga siesta a diario.Esta especie de declaración de principios alimentarios resume una gran cantidad de estudios y recolección de datos en poblaciones especialmente saludables en el mundo, en aspectos tales como productividad, fertilidad materna y longevidad promedio. Son también las que presentan menores tasas de morbilidad. Ver el caso de la gente de Ikaria, en Grecia (http://pijamasurf.com/2012/10/ikaria-la-isla-donde-la-gente-olvida-morir/).Pese a la evidencia, cómo adquirir este tipo de hábitos tiene implicaciones económicas en las sociedades industrializadas, resulta frecuenta que cada cuanto se presenten ‘estudios científicos’ que los controvierten o banalizan, para favorecer a sectores económicos que, en muchas ocasiones financian tales investigaciones. Peor aún, a veces los estudios dicen una cosa y sus divulgadores en los medios de comunicación sostienen lo contrario. Así está sucediendo, por ejemplo, con los alimentos orgánicos y una investigación reciente de la Universidad de Stanford. De acuerdo con la conclusión de las investigadoras (http://annals.org/article.aspx?articleID=1355685), “Conclusión: La literatura publicada arroja fuerte evidencia de que los alimentos orgánicos son significativamente más nutritivos que los alimentos convencionales. El consumo de alimentos orgánicos puede reducir la exposición a pesticidas y a bacterias resistentes a antibióticos”.Pese a ello, en diferentes medios escritos se encuentran titulares como “Dudas sobre las ventajas de alimentos orgánicos” en el periódico El Mundo, o “Los alimentos orgánicos no son más saludables que los convencionales” de la agencia española Sinc, o “Estudio pone en duda que la comida orgánica sea mejor” del diario El Universal de Cartagena, o “Un estudio prueba que los alimentos orgánicos no son mejores para la salud” de la cadena española Ser, o el muy descarado “alimentos orgánicos no son más nutritivos que los convencionales” de El Tiempo de Bogotá.¿Cómo es posible que esto suceda? Yo supongo que en parte se debe a la pereza de los lectores para seguir en los medios las informaciones científicas, o para entender las dudas que forman parte de la ciencia. Y, desde luego, a la proverbial indolencia de redactores y sus jefes frente a toda noticia que no sea lo suficientemente escandalosa para vender. Como se aprecia, los tituladores de las noticias son casi siempre los más irresponsables. Además, ellos nunca se leen y estudian el material de primera mano, sino que se pegan de los despachos de las agencias internacionales, como sucede en este caso.También porque el consumo de los alimentos orgánicos ha crecido enormemente en el mundo: por ejemplo las ventas en USA subieron de unos 3.600 millones de dólares en 1997 a más de 28.600 millones de dólares en el 2011. Esto afecta a las multinacionales de agroquímicos y a la industria de alimentos no orgánicos.Una manera sucia de competir es la de irrigar dinero en centros de investigación y en medios de divulgación para desprestigiar a la competencia. No aceptemos estas prácticas perversas.