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Políticas culturales

Desde hace años escucho una crítica frecuente, proveniente de personas vinculadas a...

12 de diciembre de 2011 Por: Germán Patiño

Desde hace años escucho una crítica frecuente, proveniente de personas vinculadas a organizaciones culturales, según las cuales el Estado no ha diseñado unas políticas culturales para Cali.Me ha parecido que esa opinión es un tanto irreflexiva y que quienes la producen no entienden bien el significado de la expresión “políticas culturales”. Pues de ser así, comprenderían que ella no puede significar nada distinto que el cumplimiento de las disposiciones estatales, adaptándolas a las condiciones de la ciudad. Y esas disposiciones son claras y se encuentran consignadas en distintos tipos de documentos.El primero de ellos es la Constitución Nacional, que sienta las bases para el diseño de políticas culturales en cualquier rincón del país. El segundo es la Ley General de Cultura, que tiene las características de una ley marco y que incluso trae disposiciones sobre el financiamiento de la cultura, al considerar que las inversiones en el sector tienen el carácter de “gasto público social”. Y el tercer bloque está conformado por la jurisprudencia emanada de las altas Cortes, que han fallado sobre una serie de asuntos litigiosos en el campo de la cultura, reivindicando los derechos de los niños(as) pobres y los derechos de la comunidad por encima de los derechos del individuo.Ahora bien, de los documentos citados se infiere que los bienes que conforman el patrimonio cultural de la Nación tienen preponderancia sobre los demás. Esta es la base, la fuente de la que emanan, o deben emanar, las políticas culturales en cualquier ciudad de Colombia. No hay que olvidar que “el disfrute del patrimonio cultural de la Nación” es un derecho ciudadano garantizado por la Constitución. Me pregunto: ¿cuántos caleños y caleñas saben cuáles son los bienes que conforman el patrimonio cultural nacional en Cali?Me temo que muy pocos, y entre ellos cuento a alcaldes, gobernadores, secretarios de cultura, directivos de las ONG culturales y la mayor parte de los gestores culturales que conozco, que son bastantes. Si esta ignorancia es la norma, desde luego que Cali no cuenta con unas “políticas culturales” o, al menos, que éstas no están acompasadas con la Constitución y las leyes.Pero los críticos no se refieren a esto, que es el centro del problema, sino que generalmente se molestan porque el sector cultural que representan no cuenta con el presupuesto que ellos quisieran. Y no se preocupan por hacer lo elemental: elaborar un listado de todos los bienes, tangibles e intangibles, materiales e inmateriales, del pasado y del presente, existentes en Cali, que forman parte del patrimonio cultural de la Nación. Este inventario debiera ser la piedra de toque de cualquier política cultural y la mejor guía para la elaboración de presupuestos para la cultura.Desde luego, aquellos bienes culturales de la Nación que han sido declarados patrimonio de la humanidad, deben tener preponderancia, como resulta apenas obvio, pero de esto menos se ocupan los que vociferan sobre la ausencia de “políticas culturales”.Conocer, salvaguardar y fomentar lo mejor del legado cultural en las diferentes áreas de la cultura es el eje de cualquier política cultural para Cali, lo mismo que para otras ciudades y regiones de Colombia. Así de simple.