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Luces y sombras

Escribo esta columna el domingo por la mañana, antes de conocer el...

29 de agosto de 2011 Por: Germán Patiño

Escribo esta columna el domingo por la mañana, antes de conocer el resultado final del XV Festival Petronio Álvarez. Supongo que llegarán buenos grupos a la final, pese a la extraña conformación del jurado. Esperemos que ganen los mejores.De entrada, puedo decir que la tribuna occidental del Pascual Guerrero se quedó corta. Es tanta la gente que no ha podido entrar como la que ingresó, después de múltiples dificultades. Eso significa que aún no sabemos producir espectáculos culturales de carácter masivo. Y que no tenemos en cuenta la experiencia de los demás: los grandes conciertos en los estadios, con uso de gramilla incluido, son pan de cada día en los principales estadios del mundo, sin que pase nada que lamentar. Wembley, por ejemplo, además del fútbol, puede ser configurado para acoger muchos otros eventos, particularmente grandes conciertos. Así ha pasado también en el Maracaná y en el Madison Square Garden.Pero este tema enojoso habrá que dejarlo para luego. Ahora hay uno artístico, doloroso para mí y triste para el futuro de la música del Pacífico. Me refiero a los grupos invitados al concierto de gala, que se supone debían ser ganadores de versiones anteriores, que contaran con especiales logros. Los chocoanos salieron muy mal librados: en vez de invitar a sus grandes chirimías, como La Contundencia, Saboreo o Pichindé, nos trajeron un grupo denominado Estampas del Chocó, que ni fue ganador y creo que ni siquiera es del Chocó. Y una lamentable versión de Golpe de Amporá, el gran conjunto que creara el fallecido maestro Neyvo de Jesús Moreno, cuyo deceso me dejó sin un amigo especialmente querido.Golpe de Amporá fue, en su momento, un grupo experimental de percusión folclórica que no tenía par en el país. Una joya de la cultura colombiana. Gracias a él conocimos los sonidos de la marímbula, el carángano y la clave de totumo, entre otros instrumentos de percusión que ya no volveremos a ver. Porque alguien se quedó con el nombre del grupo y lo transformó en un mal remedo de chirimía, acabando de un tajo con la paciente labor de Neyvo. Este conjunto interpretó el repertorio chocoano de más mal gusto, en forma perrata, insultando a esa tierra de tantas canciones bellas. Además plagió, tomando apartes del ritmo oriza de ‘Máquino Landera’, compuesto por la portorriqueña Margot Rivera. Y terminó tocando temas en ritmo de merengue dominicano. Una afrenta al Festival y a la memoria del gran Neyvo. Alguien debe responder por la invitación a esta caricatura (¿habrá política de por medio?).Lo mismo sucedió con Socavón, que ya no se parece en nada al destacado grupo de marimba que ganó el Petronio en el año 2002. Casi todos sus integrantes originales ya no están, aunque aún conservan al muy buen marimbero Marino Beltrán. También plagian, al retomar la melodía de ‘Qué banda tiene usted’ de Benny Moré, en el tema ‘La marimba de Socavón’, tratando de hacerlo pasar por música del Pacífico. Una bofetada al Festival. Y la odiosa costumbre de aupar al público con gritos de ‘histeria’, ‘bulla’, u otras sandeces por el estilo, tratando de provocar reacciones que su música no logra.Por fortuna estuvieron Palmeras, Bahía -a medias-, Ancestros -regular-, Voces de la Marea, Canalón, Baterimba -un artista fuera de serie- y los extraordinarios jóvenes de Herencia -un ejemplo para la categoría libre-. Todos ellos salvaron la noche.