El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Banco y pensiones

Comenzando febrero fui testigo de un acontecimiento singular: centenares de jubilados apiñados...

14 de febrero de 2011 Por: Germán Patiño

Comenzando febrero fui testigo de un acontecimiento singular: centenares de jubilados apiñados en la Central de pagos del Banco de Occidente en La 14 de la avenida Simón Bolívar, al sur, enfurecidos por la mala atención, coreando a voz en cuello “¡Cajeros, cajeros… Respeto, respeto!”.Daban ganas de sumárseles. Los viejos protestaban por la mala atención del banco, que ni siquiera es capaz de colocar empleados en las ocho casillas disponibles, pese a que trabaja con dineros de los pensionados y, lo peor, no tiene un solo funcionario responsable que pueda atender las quejas y tomar medidas que solucionen los problemas.Es una verdadera infamia ver cómo esta entidad bancaria somete a los jubilados a torturantes colas de seis horas y más, antes de que puedan ser atendidos. Y después se quejan porque los colombianos desconfían de la banca y no acuden a solicitar sus servicios. Coincidencialmente en ese día la prensa registró que la banca había obtenido utilidades por $4,5 billones en el año 2010. Un dato obsceno para los pensionados maltratados con tanto desprecio.Se trata de jubilados del Seguro Social. Vale decir, la mayoría de pensiones modestas y, sin duda, gente sencilla y cordial. Por eso llama la atención verlos enardecidos, ¡cómo será el abuso!Al mismo tiempo que someten a los viejos a la tortura, el banco tiene la cachaza de enviar funcionarios a las filas a promover la vinculación de los jubilados a la tarjeta Occidía, con el argumento de que así se evitarán las colas. O, en otros términos, salen a chantajear a los dolientes, a quienes han colocado previamente en situación de víctimas. Una viveza de algún ‘prometedor’ funcionario experto en esquilmar al público, seguramente alguien con título de posgrado de alguna ‘prestigiosa’ universidad privada. Es decir, un asco de persona.De mi parte creo que debe existir algún torcido en la relación entre el Seguro y el Banco de Occidente. ¿Por qué les entregan el dinero de la atención a multitudes de jubilados, sin exigir garantías de una atención oportuna y eficaz? Peor, se tiran la pelota el uno al otro. En el Seguro dicen que el banco es el responsable, y en el banco que esta es una operación del Seguro.Desde luego nunca hay una respuesta clara a lo obvio: ¿Por qué el Seguro no se limita a depositar las pensiones en las cuentas personales de cada jubilado? ¿Por qué nunca hay cupo para que entidades financieras diferentes al banco de Occidente puedan abrir cuentas a los jubilados? ¿Por qué Occidente si lo puede hacer con su tarjeta Occidía? ¿Qué privilegio es este? Mejor: ¿Cuánto vale? Creo que aquí hay materia para una investigación de la Contraloría General de la República.Mientras tanto los jubilados tienen que pasar por el viacrucis de las largas esperas, la atención paquidérmica y la falta de solidaridad, mes tras mes. Como si no hubieran perdido parte de sus derechos con los recortes de Álvaro Uribe, ahora pierden parte de sus vidas en las torturantes colas. Y nadie responde. Y a nadie parece importarle. Ni siquiera al Banco de Occidente, que al menos debiera cuidar su imagen.Por eso, el día que los jubilados pierdan del todo la paciencia y pasen de vociferar a arrojar asientos y objetos contra los vidrios de la Central de Pagos, que nadie se queje. Se tratará tan sólo de un acto de justicia.