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Terror en dos ruedas

Si hoy con la prohibición las hordas de delincuentes en motocicletas andan de una forma desparpajada haciendo de las suyas en Cali, no quiero imaginar lo que nos viene pierna arriba.

10 de julio de 2019 Por: Gerardo Quintero

Hay que remontarse muchos años atrás para recordar una medida tomada por un alcalde de Cali que haya sido tan impopular. Tal vez, en su momento, la imposición de la Ley Zanahoria que tantos dolores de cabeza costó a Ricardo Cobo y sucesores. Ni siquiera cuando se mandó a dormir a los jóvenes a las once de la noche o cuando se debatía si a la calle 13 la hundían para que pasara el MÍO, hubo tanto rechazo.

No dudo de la nobleza de la propuesta. Soy un convencido de que ningún alcalde toma una decisión porque quiere afectar a sus ciudadanos. Todos quieren acertar, pero en ese proceso también se cometen equivocaciones. Y por eso considero que es un gran error de esta Administración levantar la prohibición de que las motocicletas puedan circular con parrillero hombre. No existe un terror más grande que aproximarse a un semáforo o esperar un bus o un taxi en la calle y sentir que un motociclista se aproxima, más si viene acompañado (con casco nadie sabe quién es quién).

Si hoy con la prohibición las hordas de delincuentes en motocicletas andan de una forma desparpajada haciendo de las suyas en Cali, no quiero imaginar lo que nos viene pierna arriba. Es un despropósito el anuncio de Villamizar. El funcionario parece que ahora está empeñado en volver a subir los homicidios y delitos de alto impacto que por fortuna se habían logrado disminuir, por lo menos de acuerdo con las cifras que se presentan. Con estas medidas, la percepción de inseguridad se incrementará dramáticamente. Bastará un par de atracos, con video incluido, para que Cali entre en pánico y, entonces, la Administración tendrá que recular y regresar a la prohibición, sumando eso sí, un desgaste innecesario. Esto sin tener en cuenta que el aumento del mototaxismo será inevitable, al igual que la accidentalidad y la disminución de usuarios para el MÍO.

Buena medida para Dinamarca, pero es que en Cundinamarca es muy complicado. Con más de 250.000 motocicletas en la calle entregadas con la cédula, y con una parte de ellos dedicados a delinquir, es muy difícil apoyar tal decisión. Las cifras tampoco ayudan, por lo cual desconcierta aún más la determinación. De 8039 denuncias de hurto interpuestas entre enero y mayo de este año, en 1368 de los casos el agresor era un conductor de moto; en otros 726 delitos, el culpable fue el parrillero de la moto. Es decir que en el 26% de los casos, un motociclista estuvo involucrado en algún delito.

Dicen que la Policía incrementará los operativos, pero si los controles son en la misma proporción que cuando existía el decreto, ‘apague y vámonos’. El pánico ha llegado, señores. Solo imaginen cuando lleguen al semáforo y sean flanqueados por cuatro motocicletas, lado a lado, con ocho tipos a bordo. Y todo legal… En esta apuesta, el Alcalde y Villamizar se equivocaron y me temo que cientos de caleños pagarán caro el experimento. Mejor dicho, ¡Que Dios nos coja confesados!

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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