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'La Ingrititud'

Indignado, triste y desilusionado. Así se declaró el vicepresidente de la República,...

10 de febrero de 2017 Por: Gerardo Quintero

Indignado, triste y desilusionado. Así se declaró el vicepresidente de la República, Francisco Santos, después de conocer la noticia de la demanda interpuesta por Ingrid Betancourt y su familia, quienes pretenden que la Nación les pague más de 15.000 millones de pesos “por los perjuicios ocasionados durante su secuestro de más de seis años”.Sinceramente creo que se quedó corto el Vicepresidente, porque las intenciones de Ingrid y su familia lo que generan es rabia, desconsuelo, impotencia... En serio, la actitud de la señora ingrid es de un oportunismo, de una ingratitud, de una codicia que pareciera no tener límites.La señora Ingrid debe estar esperando que todos le pidamos perdón y que además le paguemos uno sobre otro los 15.000 millones de pesos porque debió haber sido culpa nuestra que se fuera a meter al Caguán, a la brava. Más bien, ella debería recordar que fue por su irresponsabilidad que terminó secuestrada por las Farc. O es que ya no se acuerda que el gobierno de turno (el de Pastrana, por supuesto) le advirtió que era peligroso su desplazamiento al Caguán. Pero no, Ingrid, con esa suficiencia que la caracteriza, con esos aires de heroína que tiene, con esa forma tan particular de sentirse la mejor de todos, decidió hacer caso omiso a las recomendaciones y dirigirse hacia el Caguán, donde, obviamente, le dio el mejor ‘papayazo’ a las Farc para que la tuviera en la selva durante más de seis años.Ella misma firmó un documento en el cual asumió toda la responsabilidad por su decisión de ingresar en una zona que entonces registraba constante presencia de miembros las Farc y en la cual, en efecto fue secuestrada. Pero la codicia y desfachatez de Ingrid parece que no tienen límite. No contenta con los millones que se ganó por escribir su historia y los miles de dólares que recibirá una vez comience la venta del libro, Ingrid también negoció una película por la cual recibirá cuantiosos réditos. A eso hay que sumarle todas las conferencias, invitaciones, premios a la heroína, que tiene de forma constante. No creo que la pobrecita Ingrid se esté muriendo de hambre, pero sí creo que es tanta la ambición de Ingrid que ha visto en esta demanda la oportunidad de vivir como multimillonaria y recibir los honores, que estoy seguro, cree merecerse hasta la eternidad.Me indigna su actitud y ahora, de verdad, entiendo por qué Clara Rojas ni siquiera la mencionaba. Ahora comprendo por qué varios de los secuestrados que compartieron su tiempo con ella en la selva preferían evadir el tema cuando les preguntaban por la señora. Entiendo perfectamente por qué dos de los estadounidenses secuestrados se expresaban tan mal de ella. Ingrid debe estar esperando que todos los colombianos le pidamos perdón y de rodillas le roguemos que venga a salvar este país, con su inteligencia preclara. Lo mejor que puede hacer Ingrid es quedarse en Francia, finalmente ella es ciudadana de ese país y debe sentirse más parisina que Bogotana y seguramente más cómoda y segura en el museo Louvre que en el Museo Nacional. Mejor dicho, que Ingrid nos haga un favor y que no vuelva, además de pronto, con esta inseguridad tan horrible y por dárselas de heroína otra vez, va y la secuestran de nuevo y nos toca pagar el triple.

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