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Apuesta peligrosa

Un peligroso camino transita la débil democracia colombiana. La polarización agitada...

22 de mayo de 2014 Por: Gerardo Quintero

Un peligroso camino transita la débil democracia colombiana. La polarización agitada desde diferentes tribunas políticas puede tener un desenlace terrible para la institucionalidad colombiana.Un ejemplo de ello es la estrategia del movimiento uribista que se teje tras bambalinas y promete hacer un gran daño al sistema democrático. Desde hace unos meses sus principales líderes vienen vociferando que Colombia transita los mismos caminos de Venezuela y, por lo tanto, sin decirlo expresamente, consideran que todo el aparato institucional es espurio.Basta analizar las últimas declaraciones de Carlos Holmes Trujillo, Francisco Santos, Óscar Iván Zuluaga, Álvaro Uribe, sumado a los trinos de muchos de sus vibrantes seguidores para comprender que todos los caminos se dirigen a desconocer cualquier resultado que no los favorezca en las urnas.Ya el abrebocas se vivió durante las elecciones de Congreso, pero la estrategia de desprestigio tendrá lugar si Juan Manuel Santos es quien gana las elecciones presidenciales. El Centro Democrático no reconoce al Fiscal, a quien consideran el ‘porrista’ de Santos, a los magistrados de la altas cortes, porque son ‘mamertos’, al Consejo Nacional Electoral, porque son ‘liberales’, al Congreso porque está ‘enmermelado’ El único funcionario digno de ser representante de un cargo de control y que goza de su reconocimiento es el Procurador.Todo indica que la Presidencia se definirá en segunda vuelta y los márgenes de diferencia serán muy estrechos. Es claro que el candidato uribista puede ganar, por supuesto, pero qué pasará si triunfa Santos. A la luz de las altisonantes declaraciones de los integrantes del Centro Democrático, se trataría del robo del siglo y la polarización, hoy en su punto más candente, tendería a desbordarse y llevar al país a un punto de no retorno.Suena apocalíptico, lo sé, pero en las actuales circunstancias solo falta un fósforo para prender una gran llamarada, el combustible ya está listo. Episodios similares ya los hemos vivido en 1899 entre liberales y nacionalistas y en los cuarenta, entre conservadores y liberales, y al final de cuentas todos eran los mismos con iguales ambiciones a las de hoy: la concentración de poder.Ojalá prime la cordura en momentos de crispación nacional, el liderazgo no consiste solo en agitar pasiones sino en asumir responsabilidades históricas que permitan al país dar un salto hacia la modernidad, sin pasar por la ‘horrible noche’.

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