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Al oído del Presidente

No fueron ni los siete millones que decía el senador José Obdulio...

7 de abril de 2016 Por: Gerardo Quintero

No fueron ni los siete millones que decía el senador José Obdulio Gaviria ni los cuatro gatos que señaló su colega Armando Benedetti, pero lo cierto es que la marcha del sábado es un llamado de atención que el presidente Juan Manuel Santos no debe despreciar.Lo sucedido el fin de semana, si bien no tuvo la misma dimensión de las marchas de la oposición en Brasil o Venezuela, reflejan una creciente inconformidad entre los colombianos, por diversas decisiones del Gobierno Nacional, no solo en lo que tiene que ver con el proceso de paz.Y tampoco estoy seguro que solo los uribistas hayan marchado el sábado. Tengo la percepción de que también salió mucha gente que no necesariamente comulga con las ideas del líder del Centro Democrático, pero que quería manifestar su rechazo a impopulares decisiones como la venta de Isagén, la crítica situación de los niños wayuu en La Guajira, la crisis energética y, claro, lo que corresponde al manejo de ciertos aspectos de las negociaciones con la guerrilla de las Farc.La fácil para el Gobierno sería simplemente voltear la cara, acusar a Uribe de incendiario y continuar tozudamente en sus decisiones sin abrir espacio para la discusión. Sin embargo, considero que ese sería un gran error. Un gobernante se hace grande en la medida en que escuche a su pueblo. El principio de la democracia también determina corregir rumbos cuando no se están haciendo las cosas de la mejor manera. Y es claro que el presidente Santos debe entender que su caída en las encuestas obedece a que además de no haber logrado conectar con un grueso de los colombianos, hay decisiones que no corresponden con los anhelos de miles de ciudadanos.Escuchar a quien no está de acuerdo, siempre y cuando se haga con respeto, abre espacios para recomponer, para enderezar rumbos, enriquece los debates y las opciones. Lo otro es actuar enceguecido creyendo que solo yo tengo la razón. Y sería una manera de Santos marcar su diferencia con Uribe, quien tampoco es que se haya destacado por escuchar a la oposición o por abrir canales para reconsiderar polémicas decisiones.Viene un pulso muy duro para el gobierno. Esta marcha fue una cuota inicial de lo que puede pasar con miras al plebiscito con el cual se busca refrendar los acuerdos de La Habana. El peor escenario para Santos es que esa consulta se convierta en todo un plebiscito, pero sobre la gestión del Presidente.Ese es el gran riesgo para Santos y si se dedica a no escuchar a las voces contrarias y solo oír los cantos de sus áulicos pues va a estar de espaldas a un país con el que parece no estar sintonizado.

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