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A proteger a los niños

Es imposible para un país crecer, si sus pequeños son lastimados, asesinados...

5 de enero de 2012 Por: Gerardo Quintero

Es imposible para un país crecer, si sus pequeños son lastimados, asesinados y abusados. Las cifras reveladas por la senadora del Partido Verde, Gilma Jiménez, son abrumadoras: más de 117 niños fueron asesinados el año pasado en diferentes episodios de violencia en el país.De esa cifra, 50 fueron asesinados con arma de fuego, 22 con arma cortopunzante, 12 a golpes, 9 ahogados y cinco fueron violados y asesinados. A menudo escucho a los expertos de la economía felices contando cómo las locomotoras de la producción aumentan los índices de riqueza en Colombia y cómo los medios de comunicación abren sus ediciones informativas contando las buenas perspectivas económicas del país, pero de nuestros niños quién habla.Y es que las estadísticas no pueden ser más dolorosas. Pese a las campañas contra el maltrato infantil y el abuso sexual, la incidencia de ese flagelo en el Valle del Cauca sigue siendo escandalosa. Mientras durante todo el 2010 se recibieron 295 denuncias, sólo de enero a octubre del 2011 el Instituto de Bienestar Familiar (Icbf) atendió más del doble: 726 casos. La Fiscalía reportó que el hogar es el sitio más peligroso para los menores, pues las personas más cercanas resultan ser los principales abusadores.Los departamentos más violentos con los menores, de acuerdo con el reporte de la senadora, son Antioquia, Valle, Risaralda y Bogotá y los meses más violentos son los que coinciden con las vacaciones de los menores. Por eso, es el momento de la reflexión.Qué nos ganamos vanagloriándonos de una riqueza construida, si tenemos unos niños abandonados, golpeados, marginados, desprovistos del amor vital. Es imperativo que los nuevos alcaldes y gobernadores cumplan con los mandatos de ley consagrados en sus planes de desarrollo en materia de infancia y que preparen estrategias reales y prácticas que permitan evitar estas doloras escenas de niños asesinados.Ninguna apuesta puede ser más importante que la protección de esos pequeños, que aunque suene a cliché, son el futuro de un país. Si no se modifican esos patrones de conducta violenta contra los menores no podemos esperar un país sano mentalmente ni productivo. Lo uno va ligado con lo otro y es hora de tener un país amable con sus niños. Esa debería ser la gran locomotora de Colombia.

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