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La paz por las malas

Varias veces le he oído decir al presidente Juan Manuel Santos, que...

4 de abril de 2011 Por: Fray Luis Patiño

Varias veces le he oído decir al presidente Juan Manuel Santos, que él está empeñado en conseguir la paz “por las buenas o por las malas”. Se refiere, sin duda, al conflicto armado que sufre nuestro pueblo. ¿Sí será verdad que cuando matemos o reinsertemos a todos los guerrilleros, vamos a gozar de la paz? Yo pienso que eso es una ilusión, pues la verdadera paz no es simplemente lograr que termine la guerra. El Gobierno puede acabar con la subversión por las buenas, adelantando un diálogo humanitario, o por las malas, arreciando la ofensiva militar. Pero en ninguno de los dos casos se va a conseguir la verdadera paz. Es que las paz auténtica sólo se consigue cuando hay justicia, cuando se respeta la verdad y la libertad. Sólo hay paz cuando se lucha por los derechos humanos, cuando se desenmascaran los engaños, sobre todo las mentiras ‘institucionalizadas’ que tanto daño le hacen al país. Sólo habrá paz cuando la gente se sienta libre para actuar de acuerdo a su conciencia íntima, cuando supere todo tipo de dependencia.Sólo habrá paz en el país cuando haya vivienda digna para la familia colombiana, cuando haya empleo y salarios justos para todas y todos, cuando haya salud y educación de alta calidad para todo el mundo.Todo eso no se consigue ‘a la brava’, sino con mucha equidad, mucho respeto y con actitudes realmente democráticas. La paz no se puede conseguir “por las malas”.Acabar con la subversión y la corrupción es muy urgente e importante. Pero eso, por sí sólo, no es el principal problema que sufre nuestro pueblo. El más grave problema, origen de todos los demás, es la falta de igualdad de oportunidades para todas y todos. El más urgente problema a resolver es la distribución equitativa de la riqueza nacional, la lucha contra el hambre y la pobreza. Por eso es una locura dedicar gran parte del presupuesto nacional a la guerra, descuidando el empleo, la salud, la educación y la vivienda de los colombianos. Se ofrece así un pretexto más para justificar la guerrilla. La violencia subversiva es, de cierta manera, consecuencia de la violencia institucionalizada del Estado colombiano, que no se preocupa en serio por la concentración de la riqueza en el 20% de la población y distribuye la pobreza en el 80% restante.La paz es fruto de la justicia, de la verdad y de la libertad que son precisamente las características del Reino de Dios que Jesús vino a implantar en este mundo y por el cual dio su vida. Esa es justamente la dimensión sociopolítica del Evangelio que, en vez de quedarse en elucubraciones teológicas o en ritos vacíos, debe tocar la cruda realidad del hambre, la pobreza, la desigualdad de oportunidades y la corrupción. Podemos conseguir la paz, pero... “por las buenas”.