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Una paz sin espejismos

El compromiso del gobierno Duque con la implementación del acuerdo ha sido y es real, por más dificultades y diferencias con lo firmado

28 de noviembre de 2021 Por: Vicky Perea García

Una imagen vale más que mil palabras; dos imágenes, harían innecesarias las palabras. Pero no, a veces las imágenes requieren de análisis, más tratándose de la del saludo del presidente Duque y el expresidente Santos en la conmemoración de los cinco años de la firma del acuerdo con la entonces Farc, y la del expresidente que lo lideró y suscribió con el entonces jefe de esa guerrilla, Rodrigo Londoño, compartiendo una cerveza fría.

La primera imagen, el saludo del presidente Duque y el expresidente Santos, es diciente. Los medios la han interpretado como un gesto de reconciliación. Olvidan que el actual presidente, como la mayoría de colombianos, quiere la paz, pero sin impunidad, y que la celebración fue un evento institucional. Duque, por más diferencias que tenga con lo ocurrido en La Habana, sabe que lo firmado con las Farc compromete al Estado colombiano.

El acuerdo con las Farc, excesivo en concesiones y con un plebiscito burlado, fue avalado por la Corte Constitucional. En tal sentido, cuenta con todo el respaldo legal. Distinta es la discusión sobre su legitimidad, que para algunos siempre estará en entredicho por el manejo que se le dio al resultado de la consulta, del que salió un acuerdo maquillado, que, en vez de unir al país, lo fracturó más. Se desaprovechó una magnífica oportunidad.

Es por eso que Duque se ha dado a la tarea de implementar los acuerdos, granjeándose el rechazo de muchos en su partido: porque respeta la institucionalidad. No es como lo dice con sarcasmo el expresidente Santos, que “se montó al tren de la paz últimamente”. Por más diferencias con lo negociado ha hecho más que Santos por su implementación. Basta ver las inversiones del Gobierno en las zonas de violencia y el impulso a los Pdet.

La otra imagen, de Santos y Londoño, brindando con una agria, no sorprende a nadie. La pregunta que surge es, ¿por qué brindan? Sin duda por la desmovilización de 14.023 guerrilleros de los cuales 12.138 aún están en el proceso de reincorporación; una cifra muy importante, de la Agencia para la Reincorporación, ARN, que explica el entusiasmo de quienes señalan que el 95% de los reincorporados están cumpliendo con lo pactado.

En un país que a lo largo de su historia avanza a retazos y estertores hacia una paz que no hemos alcanzado, todo alzado en armas que deje la violencia, es un éxito. Dice la ARN que entre 2001 y 2021 se han desmovilizado 76.349 personas; además de los señalados del proceso de paz con las Farc, 36.450 de las AUC, 19.935 individualmente de las Farc (mucho antes del acuerdo del Teatro Colón en 2016), y 5.941 del ELN y otros grupos.

Pero es de suponer que no brindaron por los 5.200 disidentes de las Farc, por los 18.677 menores de edad reclutados y que esa guerrilla no reconoce, por los miserables $114 millones de pesos y 450 mil dólares de patrimonio entregados, por la ‘colaboración’ en acabar con el narcotráfico, la ‘sinceridad’ de algunos jefes al pedir perdón a las víctimas, y la refundación de esa guerrilla por parte de ‘Santrich’, ‘Márquez’, ‘El Paisa’ y ‘Romaña’.

Hay razones para celebrar y para no celebrar. Más, cuando el balance de la Jurisdicción Especial para la Paz está por verse, pese a los siete macro casos y las 13.295 personas vinculadas; igual con la Comisión de la Verdad, y la seguridad de los desmovilizados. El compromiso del gobierno Duque con la implementación del acuerdo ha sido y es real, por más dificultades y diferencias con lo firmado, que no lo quieran reconocer algunos, por razones políticas, es distinto. Dos imágenes que ojalá contribuyan a mirar hacia delante, sin espejismos.

Sigue en Twitter @FcoLloreda

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