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Pacto por Colombia

Y es así. El país requiere con urgencia recuperar el imperio de la ley.

12 de agosto de 2018 Por: Francisco José Lloreda Mera

Entre la lluvia y el viento que se tomaron por asalto la Plaza de Bolívar en Bogotá y la controversia suscitada por el Presidente del Congreso, las palabras del presidente de la República, Iván Duque Márquez, no han recibido la atención e importancia que se merecen. Cómo concibe su mandato, sus principios, los tres pilares fundamentales de su gobierno y la propuesta de un Pacto por Colombia, han tenido relativa repercusión.

El Presidente inició su intervención señalando la esencia de su mandato. Dijo ser parte de “una nueva generación motivada por el servicio y no por el ejercicio vanidoso del poder, comprometida con el futuro y sin anclas en prejuicios del pasado, inspirada en la justicia social y en la seguridad como cimiento de nuestras libertades, y dedicada a promover el entendimiento, el trabajo en equipo, y la construcción de consensos.”

Luego, recordando al Presidente Echandía afirmó que gobernar es un camino que sólo deja legados cuando se cimienta en principios, y dijo: “La diplomacia sin principios es la hipocresía, la democracia sin principios conduce a la anarquía, la política sin principios se transforma en corrupción, y el poder sin principios rápidamente muta al autoritarismo.”
Verdades que si no se respetan hacen que el país equivoque el camino.

En ese marco conceptual y de principios, el presidente Duque presentó los tres pilares de su gobierno: legalidad, emprendimiento y equidad. En opinión del Mandatario, sin una cultura de la legalidad sustentada en el Estado de Derecho no será posible hacer del emprendimiento la base del progreso económico y social, y lograr mayor equidad. Es decir, la legalidad es un prerrequisito del desarrollo, y ambos, de la equidad social.

Y es así. El país requiere con urgencia recuperar el imperio de la ley. Una cultura de legalidad. En Colombia nos acostumbramos a una legalidad precaria, de gelatina, a una dosis creciente de anarquía, a negociar principios y a una aplicación discrecional de la ley. Hablar de orden en el país se convirtió en anatema y quien lo promueva, en hereje. Sin seguridad y justicia, sin ley, no lograremos el nivel de desarrollo al que aspiramos.

Igual de importante es el emprendimiento. Que cada colombiano, en las ciudades y en el campo, sea un empresario, y ser innovadores en el trabajo. Haciendo únicamente más de lo mismo no daremos un salto cualitativo y cuantitativo en desarrollo. Hacer empresa en el país no es fácil, pero hay que intentarlo. Y es deber del Estado propiciar las condiciones fiscales, de seguridad y estabilidad jurídica, para que esto suceda.

Si logramos una cultura de legalidad y emprendimiento, alcanzar una mayor equidad económica y social no será una simple quimera. Será posible contar con mejor salud y educación, generar oportunidades de trabajo formal y mejor remunerado, fomentar el ahorro y la inversión privada y focalizar la inversión pública en proyectos estratégicos que contribuyan a cerrar la brecha. Sin los primeros dos pilares, ello no será posible.

Finalmente, el Presidente hizo un llamado a la unidad, a un Gran Pacto por Colombia. Dijo ser parte de una generación llamada a gobernar libre de odios, de revanchas y de mezquindades. Pero hay quienes lo quieren anclar en el pasado. En buena hora él está demostrando estar por encima de esas circunstancias atávicas. Pero no podrá hacerlo sólo; necesita el apoyo sin distingo de todos los colombianos. Ojalá prime la grandeza.

Sigue en Twitter @FcoLloreda

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