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Fracking y psicología

Las decisiones basadas en suposiciones, ideas preconcebidas o hipótesis ajenas a un análisis científico y técnico objetivo, conducen a equivocaciones.

19 de agosto de 2018 Por: Francisco José Lloreda Mera

Se conoce como sesgo de confirmación o confirmatorio a la tendencia de una persona a favorecer la información y los argumentos que confirman sus suposiciones, ideas preconcebidas o hipótesis, independientemente de que estas sean verdaderas o no. En Colombia pareciera no ser un sesgo sino una enfermedad. Un ejemplo, la discusión sobre fracking, en la que la desinformación y la demagogia, dificultan un análisis serio.

El término fue acuñado por el psicólogo inglés Peter Wason quien en la década del 60, lo demostró a través de estudios. Entre las explicaciones están, el hecho de que las personas tratan de confirmar su hipótesis en lugar de dudar de ella e investigar de manera neutral y científica, y una vez casado con una hipótesis –aunque equivocada- prefiere insistir en sus argumentos con más vehemencia, en vez de reconocer el error.

En reciente columna Moisés Wasserman señala que “el razonamiento no fue diseñado por la evolución para buscar la verdad sino para ayudarnos a ganar discusiones” y retoma una frase de David Hume quien en el Siglo XVIII dijo: “la razón es, y debe ser, esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio que servirles y obedecerles.” Estos argumentos, sumados a los estudios realizados, explican en parte el fenómeno.

Es ahí donde los conocimientos científico y técnico deben entrar y aportar elementos en la toma de decisiones públicas y privadas, y en las grandes discusiones nacionales. Si no es así, las hipótesis individuales o de grupos de interés, no pueden ser validadas. Y en la medida en que las personas con puntos de vista opuestos interpretan nueva información de un modo sesgado, sus puntos de vista suelen llegar a distanciarse más.

Es lo que ha ocurrido con la tecnología de fracturamiento hidráulico, conocida como fracking, utilizada desde hace muchos años en el sector petrolero y desde hace un par de décadas para extraer el petróleo y el gas que continúa atrapado en las rocas donde se generó, cuando no logró liberarse por ser una roca poco porosa e impermeable y ascender de manera natural hacia yacimientos que están a una menor profundidad.

Como toda actividad, extraer hidrocarburos genera impactos positivos y negativos. En Colombia se han subestimado los beneficios y sobredimensionados los riesgos. Es así que se pasa por alto que la sostenibilidad fiscal depende de la renta petrolera y esta de lograr mantener la producción actual, que a su turno depende de duplicar las reservas, y eso solo es posible, desarrollando los yacimientos no convencionales, con fracking.

Infortunadamente, la discusión sobre el uso de esta tecnología, ha estado marcada por el sesgo de confirmación. Como era de esperar, desde la industria se han expuesto los beneficios de desarrollar esos yacimientos y los altos estándares de las operaciones.

Pero también sus impactos y riesgos, señalando cómo se previenen y mitigan. Muchos de quienes se oponen, no. Insisten en desinformar sobre su real impacto ambiental.

Las decisiones basadas en suposiciones, ideas preconcebidas o hipótesis ajenas a un análisis científico y técnico objetivo, conducen a equivocaciones. De ahí la importancia de entender cómo opera el sesgo de confirmación. Por eso desde la industria petrolera se ha insistido en debates informados sobre el fracking, con base técnica y científica. La estrategia de los contradictores es otra: promover foros con libreto, atemorizar con falsos dilemas, confundir a la opinión, y últimamente, convertirlo en bandera política.

Sigue en Twitter @FcoLloreda

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