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Con visión de futuro

El discurso del presidente Santos el 7 de agosto ha sido el...

9 de agosto de 2014 Por: Fernando Cepeda Ulloa

El discurso del presidente Santos el 7 de agosto ha sido el mejor de su gobierno. No sólo en su contenido sino en eso que los anglosajones llaman el ‘delivery’, o sea, el lenguaje corporal, la dicción, y la seguridad y tranquilidad que transmitió. El Tiempo, ayer, hace un contraste cuando dice que “por el tono, el ritmo de sus palabras y la calidad, el discurso del Presidente del Congreso fue la nota disonante de toda la ceremonia”.No recuerdo un discurso de un Presidente del Congreso que haya superado al del Presidente que se posesiona. No es fácil para el congresista competir con el personaje central de la ceremonia. Y no quiero imaginarme que la situación sea la contraria: que el discurso del Presidente del Congreso sea mejor. Ese tema está resuelto en otros países. Solamente hay un discurso. Más adelante me referiré a otros aspectos protocolarios.Como dijo muy bien Clara López, el discurso se caracterizó porque tiene “una mirada de largo plazo, con metas de largo alcance”. Ese es el significado de los tres pilares que constituyen el programa de gobierno: 1. Paz (acuerdo de terminación de conflicto y, luego, construcción de la paz). 2. Equidad, un objetivo inescapable. 3. Educación, desde la primera infancia hasta la superior, con objetivos realmente ambiciosos. Un aspecto fundamental fue la contundente advertencia a las Farc. Se requieren actos de paz y no hechos inaceptables de violencia que ponen en riesgo el proceso. Hace cuatro años les tendió la mano, hoy cuando se dice que el proceso está en una etapa final, los conmina en forma rotunda, “ustedes están advertidos”. Y, como si fuera poco, afirma que “con o sin las Farc”, se adelantarán ambiciosos programas de alto contenido social.La ceremonia arroja un resultado paradójico, que el propio presidente Santos pone en evidencia en una entrevista que dio a la editora asociada del The Washington Post, Lally Weymouth. Preguntado si hablaría con el presidente Uribe, responde: “Él no me habla. Y si yo les hablo a las Farc, ¿cómo puedo no dialogar con Uribe? Yo estoy más que deseoso de sentarme y clarificar las cosas. Pero hasta el momento no he recibido ninguna respuesta positiva”. El presidente Uribe no solamente se ausenta de la ceremonia, sino que, ante los periodistas, hace planteamientos muy críticos del proceso electoral. Y su bancada tampoco está presente; tampoco los candidatos presidenciales derrotados, con excepción de Clara López. Y el expresidente Pastrana es otro ausente. Los dos gobernantes que facilitaron el camino hacia este proceso de paz, ¡qué paradoja! Y volviendo al protocolo, debiéramos revisarlo, repensar quién debe posesionar al Presidente. ¿Acaso el Magistrado que presida la Corte Constitucional? Y, obvio, sin necesidad de pronunciar un discurso. Y, ¿es necesaria la presencia de delegaciones internacionales? A la reciente consagración de Felipe VI en España, no invitaron a las otras monarquías. Es que eso se presta para hacer valoraciones que pueden resultar incorrectas. ¿Cuántos vinieron, de qué nivel, por qué no asistieron? Etc. Creo que ya tenemos suficiente tradición democrática, y muy respetable, para no requerir ese aval internacional. Mucho más significativo que el ceremonial se realice con autoridades y personalidades de nuestra vida política, económica, cultural y social.

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