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Carrillo, procurador

Asombroso. Un compromiso descomunal. Un candidato excepcional. Lograr unanimidad en la actual...

29 de octubre de 2016 Por: Fernando Cepeda Ulloa

Asombroso. Un compromiso descomunal. Un candidato excepcional. Lograr unanimidad en la actual coyuntura política era ilusorio. Algún día contará cómo ello fue posible. Se diría que entra con plenos poderes. Necesarios si lo que anunció como su programa de buen gobierno va a realizarse. Destaco dos temas fundamentales. El de la lucha contra la corrupción que en mi perspectiva se parece cada día más al crimen organizado. Anunció que trabajará en equipo -ojalá así ocurra- con la Contraloría General de la República y la Fiscalía General de la Nación. Y como tiene la obsesión de territorializar la Procuraduría, desbogotanizarla, incorporar a Personeros y Contralores municipales y departamentales. El tema de la participación es eje central de la Constitución de 1991 y, cómo no decirlo, una asignatura pendiente en el proceso de toma de decisiones. Ninguno de estos temas es ajeno a las preocupaciones intelectuales de Fernando Carrillo que, al fin y al cabo, es un académico. Con incorregible vocación por el servicio público. No importa cuántos años trabajó en un banco internacional, su trayectoria está marcada por sus preocupaciones intelectuales relacionadas con el buen gobierno. Lo que preferimos denominar gobernabilidad democrática. No sé cuántos libros sofisticados ha publicado sobre el tema, para reivindicar el papel de la política como un ejercicio noble y necesario al cual deben dedicarse los mejores, como él. Sobra recordar sus contribuciones a la realización de la Constitución de 1991 y a su contenido. Su interés por diseminar la idea de la gobernabilidad democrática internacionalmente y su interés por promover instituciones tan innovadoras como la Agencia Nacional para la Defensa de la Nación. Así, pues, su compromiso con la transformación de Colombia no es de ayer, sino viejo de más de treinta años. Como estudiante, como joven profesor, promotor de la séptima papeleta, o sea, del ejercicio de participación más significativo en nuestra historia reciente. Su desempeño en la vida pública, hay que decirlo, fue temprano y hasta prematuro. En ese sentido, es ejemplo para los jóvenes que hoy se movilizan en la búsqueda de un país en paz y mejor. No es fácil pasar de Ministro del Interior a recibir pocos años después, el apoyo unánime del Congreso. Ni siquiera hubo votos negativos sino tres en blanco. La Procuraduría General de la Nación requiere, en este momento, de ese respaldo unánime porque tiene una tarea que desborda las capacidades de una sola persona, por eminente que sea. Si Fernando Carrillo logra el concurso de las instituciones que mencionó para su lucha implacable contra el crimen organizado que deja sin alimentos a los niños, sin hospitales a los enfermos, sin calidad educativa a muchos, sin servicio eficiente en las entidades públicas a muchísimos ciudadanos y con tantas expectativas e ilusiones frustradas a buena parte de la Nación, habrá realizado una tarea inolvidable. Y muy necesaria. Y urgente. Y si en ese propósito concurren los ciudadanos por la vía de la participación y no de la indiferencia, y no de la abstención y no del desencanto, pues los ideales pendientes de la Constitución del 91, enfocada hacia el Estado Social de Derecho tendrían, por fin, una cabal materialización.Una tarea enorme, dificilísima, que ha recibido el compromiso de todas las fuerzas políticas. Ello tiene un simbolismo que no se puede subestimar.

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