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Tejiendo redes de crecimiento

Uno de los más grandes lastres que carga Colombia en la búsqueda...

12 de junio de 2016 Por: Esteban Piedrahíta

Uno de los más grandes lastres que carga Colombia en la búsqueda de la prosperidad y la equidad es que su economía esta fraccionada en dos. De un lado está la economía formal, que aunque genera la mayoría de la producción, escasamente cobija a la mitad de la población. Del otro está la informal, donde se origina una minoría nada despreciable del producto y que alberga a casi uno de cada dos colombianos. Estos dos ‘mundos’, cuya frontera es algo difusa, se pueden entender como dos redes a través de las cuales fluyen el conocimiento, el talento y el capital para generar riqueza. La diferencia es que la primera tiene un entramado mucho más denso, sofisticado y robusto que le permite capturar mayor valor. Y el problema es que los vasos comunicantes entre ambas son insuficientes para permitir que aquellos, los ‘ingredientes’ de la prosperidad, circulen adecuadamente a la segunda.Entender el ‘mundo’ de la informalidad para poder abordarlo de forma constructiva, es una tarea compleja y ha sido un gran desafío para la política pública. Para comenzar, es difícil definir qué es informalidad. Claramente no es una condición binaria; muchas empresas cumplen con algunos, pero no todos, los ‘requisitos’ de la formalidad, o los han cumplido en algunos momentos y en otros no. Es mucho más útil verla como un proceso, gradual y continuo. De otra parte, la informalidad tiene distintos tipos y obedece a diversas circunstancias. Puede responder a la necesidad, al desconocimiento, a la aversión al cambio, al cálculo económico (que en ocasiones, puede derivar en competencia desleal) o, en una minoría no tolerable de los casos, a la intención expresa de evadir la ley.Las 6 principales cámaras de comercio del país, con el apoyo del Fondo Multilateral de Inversiones del BID y con el liderazgo de la de Cali, han venido trabajando en una propuesta para abordar la informalidad desde una perspectiva diferente. Partiendo de que es, ante todo, un problema económico que mantiene subutilizados cuantiosos activos humanos y físicos de gran valor para la sociedad, retardando el progreso de millones de personas, se propone concebirla, más que desde criterios de legalidad (pero sin ignorarlos), como un instrumento de inserción económica y productiva para crecer y prosperar; un mecanismo para vincularse a las redes modernas de generación de riqueza.Así las cosas, el que se plantea es un dilema, en buena medida, de mercadeo. ¿Cómo diseñar y promocionar un producto—la formalidad—, que compita en forma más eficaz contra su sustituto—la informalidad? Para ello es fundamental hacer una segmentación del ‘mercado’, que permita encarar de forma diferente lo que es distinto. La taxonomía de la informalidad propuesta identifica 4 categorías: unidades de subsistencia, redes de proveedores independientes, negocios de acumulación media y empresas emergentes. De ésta se desprenden estrategias de atención diferenciadas, que se están probando con pilotos en 6 ciudades del país cuyos resultados serán insumos para construir un modelo ganador de formalización para el crecimiento empresarial.Al entender la formalidad como una herramienta que debe servir a las empresas para crecer y prosperar, se pueden formular cambios a los procesos y servicios del gobierno, las cámaras de comercio y otras entidades de apoyo al empresario. Facilitar la incorporación de unidades económicas a la economía formal derribaría enormes trabas al desarrollo y la equidad, enriqueciendo considerablemente la gran red de generación de valor que es la economía nacional.Sigue en Twitter @estebanpie