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Un nuevo sistema

Es triste, pero alguien tiene que preguntarlo: ¿Cuándo será el entierro del MÍO? Porque es claro que el Sistema Integrado de Transporte Masivo (Sitm) de Cali conocido como el MÍO está en sus estertores finales.

20 de octubre de 2020 Por: Emilio Sardi

Es triste, pero alguien tiene que preguntarlo: ¿Cuándo será el entierro del MÍO? Porque es claro que el Sistema Integrado de Transporte Masivo (Sitm) de Cali conocido como el MÍO está en sus estertores finales.

Partiendo de un lindo sueño que nunca fructificó, el MÍO fue mal concebido, pésimamente diseñado y peor implementado. Diseñado con gran desconocimiento de Cali, en gran parte desde escritorios bogotanos, el sistema nunca tomó en cuenta las necesidades reales de sus habitantes. Y a esto se sumó que la mayoría de las decisiones financieras y de construcción se tomaron dentro de los negros años de los gobiernos municipales que precedieron la llegada de Rodrigo Guerrero a la alcaldía. Los años de los dineros entregados a empresas extranjeras fantasmas, los de los sobres que aparecían después de cerradas las licitaciones. Años, en fin, en los que la capacidad de gestión y la transparencia no fueron comunes.

El MÍO no fue utilizado por la gran mayoría de los caleños porque en buena medida sus rutas van desde donde la gente no vive hasta donde la gente no trabaja, y porque ignoró las necesidades de conglomerados enteros que quedaron sin el servicio que requerían. En vez de usar como alimentador el anterior sistema de transporte público, que prestaba un servicio muy efectivo a vastos sectores de la ciudad, buscó eliminarlo de un tajo, dejando sin atender a gran parte de la población. De esas necesidades no atendidas nacieron los transportadores piratas y los motorratones, para constituirse en tremenda competencia desleal del propio MÍO o de cualquier transporte público organizado. Y se alentó el uso de las motos que hoy inundan nuestras calles.

Por falta de pasajeros, el MÍO nunca llegará a punto de equilibrio. Cada día mueve menos pasajeros -con apenas unos 220 mil diarios antes del pánico del ‘Cocovid’- y cada día requiere más fondos del municipio.
Fondos que ya son una hemorragia masiva que se lleva los recursos que debieran dedicarse al mantenimiento de las vías y a atender muchas otras necesidades apremiantes de la ciudad. Y a pesar de eso, las deudas crecen y crecen, y los operadores ven su actividad cada vez más afectada.

Pero, así el MÍO no tenga viabilidad económica como fue concebido e implementado, la ciudad requiere urgentemente un buen sistema de transporte masivo de pasajeros. No solo para ofrecer una opción seria de movilidad a quienes no poseen o prefieren no usar vehículo individual, sino por sus beneficios sociales en reducción de congestión de tráfico, menor contaminación atmosférica o por ruido, reducción en niveles de accidentalidad, y menores gastos globales en combustible y energía. Además, un sistema bien diseñado debería contribuir a un crecimiento urbano más ordenado, a una movilidad más eficiente y, en general, a la productividad y competitividad de la ciudad.

Por eso, se debe acometer rápidamente el diseño de un nuevo sistema de transporte masivo que sea práctico y que esta vez sí preste los servicios que Cali realmente requiere. Un sistema que debe contemplar la privatización de por lo menos parte del servicio. Y en cuyo diseño deben participar quienes conocen el negocio, sus dificultades y oportunidades, los transportadores. Y del que ojalá mantengan apartados a todos esos técnicos de escritorio ideologizados que durante los últimos años se han dedicado a destruir la movilidad en la ciudad.